La tensión que viven la gran mayoría de los partidos catalanes ante el reto del referéndum del próximo 1 de octubre está provocando situaciones bien curiosas entre lo que es la posición de la organización política en la que algunos militan y su propia voluntad. Eso no afecta a los partidos que tienen definida una postura a favor o en contra del referéndum pero sí que acaba produciendo estragos en formaciones como, por ejemplo, el PSC. No es lo mismo ser socialista en Girona que en Lleida, por ejemplo. O ser socialista en la Catalunya central que en el área metropolitana. Las declaraciones de algunos alcaldes importantes, como por ejemplo el de Blanes, tercera ciudad de las comarcas gerundenses, anunciando su voluntad de votar el próximo 1 de octubre no solo ha desencadenado una crisis con el PSOE sino una serie de descalificaciones lamentables en algunos medios de comunicación por el origen granadino de Miguel Lupiáñez. ¡Como si tuviera algo que ver el lugar de nacimiento! 

Pero el PSC y el PSOE han querido mandar un mensaje entre enérgico y disciplinario a sus alcaldes, ediles y cuadros. Se producirán sanciones si hay colaboración con el referéndum. Esta posición oficial expresada incluso por Pedro Sánchez removerá las aguas de los socialistas catalanes no en Barcelona o en el área metropolitana pero sí en muchos otros lugares del territorio. El PSC quiere huir de un conflicto interno pero algunos alcaldes tampoco están dispuestos a renunciar a sus posiciones políticas, entrar en conflicto con sus vecinos y quedar en minoría en su propio municipio hasta el extremo de poner en jaque su continuidad al frente del consistorio.

Lo más sorprendente (o no) es lo poco que ha aprendido Pedro Sánchez en los meses que pasó fuera de la secretaría general del PSOE. Su incapacidad para tener una política propia en un tema tan importante como el catalán condena al socialismo español a ser con Ciudadanos la muleta del Partido Popular. Mariano Rajoy le ha ganado la batalla del relato español mientras él dispara balas de fogueo con un federalismo que nadie entiende y que el PSOE asume, como la plurinacionalidad, para que nada cambie. Y así se desautoriza públicamente a la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlon, simplemente por declarar que los socialistas no aceptarán que el Gobierno español aplique, llegado el caso, el artículo 155 de la Constitución. Y Parlon, asume disciplinadamente el bofetón público, sin pasársele por la cabeza que a lo mejor se equivocó entrando en la ejecutiva del PSOE. Y que la idea de que si no valen unos principios se pueden sacar otros de la chistera, igual sirve para otros. Pero no para ella.