Durante los últimos meses, me han preguntado en múltiples ocasiones cómo sería El Nacional y cuáles iban a ser sus principales rasgos diferenciadores respecto a otros diarios. Mi respuesta siempre ha apuntado a tres señas de identidad. En primer lugar, la obsesión por la información. Pretendemos que el diario ocupe el espacio central del país con muy buena información. Estamos en un momento en que la información se nos está escapando de las manos a los periodistas. A más medios, menos información. Es necesario romper esta ecuación que atenaza gravemente a la profesión. Y eso sólo lo podremos hacer en la medida en que los diarios sean de la gente y para la gente.

La profunda crisis de las empresas de comunicación ha teñido de gris el tradicional papel de los diarios. Ese es hoy, en muchas ocasiones, su color dominante, sobre todo cuando se escribe de las instituciones y de política. Inseguridad, conformismo e indiferencia, tres ingredientes que no pueden satisfacer al lector.

En segundo lugar, queremos ser un diario catalán y europeo. En Catalunya están pasando muchas cosas y el país está en plena ebullición. En una sana y ambiciosa efervescencia por dar un salto en su muy limitado autogobierno, que se tradujo el pasado 27 de septiembre en la victoria de las fuerzas independentistas en las urnas. Esa realidad es la que queremos explicar tal como es. Con su complejidad y desde los diferentes puntos de vista de una sociedad que es plural pero que ha dicho basta. Nuestro adn es catalán pero igual que aspiramos a ser un diario de referencia en Catalunya queremos ser el vehículo que explique en lengua castellana la realidad de Catalunya fuera de Catalunya. Y hacerlo sin tapujos o medias verdades, aunque no guste a unos cientos de kilómetros de distancia. Un diario debe informar y no confundir. Un diario debe ser incluyente y no excluyente. Un diario debe ser veraz antes que mordaz. Un diario no es un parlamento pero todo el mundo debe poder hablar en él. En El Nacional todo el mundo está invitado.

Nuestra tercera señal de identidad y, sin duda, la más visible, es el diseño del diario, que han desarrollado Mark Porter y Pablo Martín, profesionales ambos de una larga y exitosa trayectoria en Europa. Desde el principio, quisimos darle mucha importancia al diseño y a su adaptabilidad en las diferentes plataformas de móvil, tableta y ordenador.

En un momento en que la política y la sociedad se están cuestionando hasta sus propios cimientos la prensa también tiene la obligación de sumergirse  en este debate. Y nosotros, modestamente, queremos aportar nuestro grano de arena.