Que el comisario Villarejo sirvió a muchos además de a él mismo durante las décadas que prestó lo que eufemísticamente se denominan "servicios al Estado", es algo a estas alturas poco discutible. José Villarejo ha proporcionado suficiente material como para que no se discuta la mayor: detrás de una trama de intereses que le hizo millonario estaban siempre encargos de ministros, exministros o altos cargos del Estado, también entidades financieras como el BBVA, que ha visto su reputación salpicada hasta arriba de todo, particulares poderosos que le contrataban, y un largo etcétera. En esa inagotable fonoteca que posee, aparecen desde cosas que ya hemos ido conociendo durante los últimos tiempos a otras que han ido esquivando la luz pública, ya que son demasiado poderosos los que allí aparecen retratados.

Este sábado, cuando ya lleva tres años en la prisión de Estremera, ha hecho público un comunicado de cuatro páginas en el que deja una pregunta en el aire: ¿por qué se mantienen secretas las diligencias de la operación Catalunya? ¿Por qué no se hacen públicas? Villarejo, como comisario jubilado de la Policía Nacional, sabe bien de lo que habla, ya que él mismo investigó y recopiló información de políticos y no políticos favorables a la independencia de Catalunya, pero también de aquellos que no se declaraban marcadamente unionistas. Esta operación secreta y al margen de los canales oficiales se puso en marcha después de la manifestación del 11 de septiembre del 2012, convocada bajo el lema de "Catalunya, nuevo estado de Europa".

Es, sin duda, uno de los asuntos más turbios de guerra sucia por parte del Ministerio del Interior en muchas décadas, con la aquiescencia del entonces presidente, Mariano Rajoy, que dejó hacer a su ministro Jorge Fernández Díaz. Pero también una carpeta repleta en muchos casos de material falso o no probado, con la única voluntad de incriminar a muchos independentistas. Villarejo, además de a Fernández Díaz, quiere citar como testigos a toda una lista de personalidades a las que dice que "sirvió y gravó", desde la actual ministra Margarita Robles, a la fiscal general del Estado, secretarios de estado y magistrados de la Audiencia Nacional.

Con lo que sabemos de Villarejo es obvio que no es de fiar. Pero se le puede conceder el beneficio de la duda. Al menos, hasta que lo que está en los juzgados y no sabemos exactamente qué dice vea la luz.