Portazo definitivo de la CUP a los presupuestos. La formación anticapitalista entró en la negociación de las cuentas públicas de la Generalitat a regañadientes y ha salido sin moverse un ápice de sus posiciones iniciales. Resultado: mantiene la enmienda a la totalidad de los presupuestos y, en consecuencia, sus nueve diputados no facilitarán los votos que necesita el Govern; la mayoría del 52% independentista alcanzada el pasado 14 de febrero queda, de un plumazo, en un porcentaje desprovisto de valor político real; los comuns tienen ahora en sus manos el futuro de los presupuestos, un plato que podrán cocinar tras la retirada de la CUP; y, lamentablemente, la política catalana mantiene un alto grado de imprevisibilidad.

A falta de 48 horas, el Govern no tiene aún el puñado de votos que le faltan imperiosamente para superar con éxito la trascendental votación del lunes día 22. De hecho, si algo tiene, es un número tan elevado de enmiendas a la totalidad presentadas que, a menos de que algún grupo las retire del proyecto de presupuestos, habrá encallado definitivamente. Descartadas, de manera abrupta, el pasado miércoles, por el president Pere Aragonès, conversaciones con el PSC para explorar un acuerdo, solo queda la mano tendida que le ofreció a la formación de Ada Colau y Jéssica Albiach. No por independentista, claro está, sino por su aparente perfil más a la izquierda que los socialistas a los que Esquerra no quiere que entren en juego en Catalunya, en parte, por las elecciones municipales, aún lejos, pero muy presentes en todas las decisiones.

De ahí también una enorme paradoja, al menos hasta este momento: Esquerra Republicana ha facilitado hace muy pocas fechas la tramitación de los presupuestos del gobierno de Pedro Sánchez, donde están PSOE y comuns, y estos dos mismos partidos pueden propiciar el retorno de las cuentas al Govern catalán y dejar la legislatura en el aire. Cuesta de explicar que realmente esto sea así, pero lo cierto es que lo es.

Veremos si en las 36 horas que faltan hasta el lunes a las 14 horas alguna cosa ha cambiado tanto que hay fumata blanca. Aragonès necesita intentar una carambola en la que todo cuadre. Obviamente, en primer lugar, los votos de los comuns, que no necesariamente han de ser afirmativos, ya que con la abstención es más que suficiente. Ello, además, con pocas cesiones. También enfriar la posición de Junts per Catalunya donde un amplio sector ―Laura Borràs, Elsa Artadi, Albert Batet o Josep Rius, entre otros― son más que reacios a sacar las cuentas con los comuns y así lo han expresado en reuniones internas.

Y, todo ello, con el reloj en marcha y una cierta seguridad en que la incerteza se alargará hasta el último momento.