Las cargas policiales de los Mossos d'Esquadra que este sábado se han producido en el centro de Barcelona contra grupos independentistas han sido desproporcionadas y, por lo que se ha podido ver en muchas de las imágenes que se han divulgado, injustificables. Que los incidentes hayan tenido lugar en vísperas del 1 de Octubre y cuando todo el mundo estaba advertido de que había imágenes que serían una pesada carga en estos momentos, una desagradable noticia que necesitará de explicaciones de las autoridades que hasta la fecha no se han dado. Si es necesario en sede parlamentaria, también. Una vez apuntado esto, que nadie lo utilice para tapar la barbarie de hace un año, que se saldó con un balance de más de 1.000 personas que precisaron asistencia sanitaria.

Dicho eso, cuatro reflexiones. Primera: había que haber hecho caso a las asociaciones de juristas que planteaban la prohibición de la manifestación de homenaje a los policías nacionales y guardias civiles por su actuación el 1 de octubre del pasado año. La convocatoria no solo era toda una provocación a más de dos millones de votantes, sino que autorizarles que celebraran la violencia ejercida contra la ciudadanía era un gran despropósito. Que la convocatoria oficial fuera por motivos laborales de las fuerzas de seguridad del Estado no sirve como atenuante.

Segunda: si no se quería llegar al extremo de la prohibición, el lugar donde debía celebrarse no debía ser a unas decenas de metros de la plaza de Sant Jaume y de las calles adyacentes, sino en otra zona de la ciudad donde la manifestación de los policías convocados por el sindicato Jusapol no tuviera opciones de encontrarse con otras concentraciones.

Tercera: me guardaré mucho de criticar el dispositivo policial, ya que no entiendo de ello y doy por supuesto que se ha intentado hacer lo mejor posible. Sin embargo, el resultado no ha sido bueno y se han visto cargas contra ciudadanos pacíficos innecesarias y censurables.

Cuarta: el Govern no debe parapetarse en el silencio después de lo que ha sucedido. Nunca es el mejor camino. Y en este caso, tampoco.