Después de meses y meses discutiendo sobre si habría o no retorno al colegio con el inicio de curso escolar, este lunes cientos de miles de jóvenes de parvulario, primaria, secundaria y bachillerato, así como muchas titulaciones universitarias, regresan a las aulas que abandonaron precipitadamente el pasado 13 de marzo para ya no regresar el siguiente día de clase, el lunes 16. Han pasado seis meses de aquel momento excepcional, un verano por en medio con una situación sanitaria menos placentera de lo que se esperaba y la incerteza sobre cómo será este atípico curso escolar permanece y, en parte, es normal que así sea, ya que la Covid-19 ha creado una coyuntura de desprotección desconocida para una sociedad poco acostumbrada a vivir situaciones excepcionales.

Y, en medio de todo ello, nuestros más jóvenes retornan a las aulas, unos con un exagerado respeto y otros no tanto, cosa que es absolutamente normal. Todos con preocupación y también, seguramente, con más ganas que en años anteriores, ya que este largo período ausente de su medio natural se les ha hecho demasiado largo. Cambiarán hábitos y costumbres, reforzarán medidas de higiene a las que ya se han ido acostumbrando y deberán ser, a su nivel, más responsables que nunca. Pero es obligación de todos que no vuelvan a su vida normal con miedo y que todo el mundo tome conciencia de dos cosas: las escuelas son un lugar seguro y la educación escolar es imprescindible si no se quiere ahondar en la grieta social y que caigan los niveles de aprendizaje.

A diferencia de algunas comunidades —como País Vasco y Navarra—, la asistencia a las aulas en Catalunya no será total en bachillerato y FP, debido al mayor riesgo de contagio en la adolescencia. No es una buena noticia, ya que aumentará el riesgo de abandono escolar y exigirá un esfuerzo extra por parte del profesorado si se quiere mirar de evitar. También habrá que evitar que se extienda el pánico con los positivos que se producirán entre la comunidad educativa y que obligará a ir adoptando medidas sobre la marcha.

Si algo nos han enseñado estos meses de alteración de la vida cotidiana y convivir con una inexistente normalidad, es que aún sabemos muy poco sobre el coronavirus y que el aprendizaje se hace, en muchos casos, día a día. La vuelta a la escuela va a ser una de las pruebas más importantes a superar y por eso los muchos sectores afectados deben concienciarse de que algo pueden hacer. Porque, al final, concierne a todo el mundo.