La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y Xavier Domènech, la persona que ha escogido para liderar la creación del nuevo partido de izquierdas, que responde al nombre provisional de Un País en Comútienen exactamente una semana para encarrilar la importante crisis que supone la ausencia (también provisional) de Podem en la puesta de largo de la nueva organización, que será el 8 de abril. Aunque el portazo dado por Alvaro-Dante Fachin en nombre de Podem es definitivo (o eso dice) cuesta de imaginar que el referente español de Colau y Domènech quede fuera de la creación del nuevo partido. Sobre todo, si no quieren trasladar a una parte de la opinión pública que más allá de las explicaciones dadas en público también hay un tema de protagonismo personal en la confección de los órganos de dirección.

La llamada de Pablo Iglesias a la dirección de su partido en Catalunya, instándole a que vuelva a la mesa de negociaciones y expresando en público su decepción por la ruptura actual no hace sino reflejar que los ocho días que faltan hasta la constitución del partido pueden deparar más de una sorpresa. Sobre todo, porque no es lo mismo generar una ilusión en la izquierda alrededor de una única formación que mantener la diáspora actual y que luego se resuelva vía coaliciones electorales, que es un poco la fórmula que ponen encima de la mesa Fachin y sus colaboradores.

En última instancia, también está en juego el liderazgo de Colau que con una gestión muy criticada al frente de la capital catalana ha conseguido, sin embargo, salir ilesa de los conflictos que ha tenido. En buena medida, pasando la responsabilidad a anteriores gobiernos municipales, aunque el único socio que tiene sea el PSC, que ha gobernado Barcelona desde 1979 hasta 2011. Tan solo en el período 2011-2015 el alcalde fue el nacionalista Xavier Trias. Colau contaba con una fuerza política cohesionada que fuera una palanca política no solo en Barcelona sino también en España, donde En Comú Podem han ganado las elecciones en Catalunya. Obviamente, también pretende hacerse fuerte en el Parlament de Catalunya, donde sus últimos resultados fueron más bien discretos. De ahí que Colau se juegue más de lo que parece, aunque inteligentemente se mueva en esta operación política detrás de las bambalinas y deje todo el desgaste en manos de Domènech.