El centro de gravedad de la política catalana en las dos últimas elecciones que se han celebrado en Catalunya y que se corresponden con las españolas del pasado 20 de diciembre y del 26 de junio, la formación de En Comú Podem, ha alcanzado la primera posición por delante de Esquerra Republicana. Esta situación, unida a la importante victoria de Ada Colau en la ciudad de Barcelona, en aquel caso por delante de Convergència i Unió, ha dado a lo que se conoce coloquialmente como los comunes, una posición muy destacada en la política catalana. Olvidando que en las catalanas del 27-S de 2015, este espacio ideológico de izquierdas bajo la candidatura de Catalunya Sí que es Pot, no llegó al 9% de los votos y obtuvo 11 escaños, solo uno más de la formación que menos obtuvo, la CUP.

Los comunes y, es legítimo que así sea si consideran que es lo mejor para ellos, tienen dos objetivos, que se resumen en uno: romper la legislatura catalana y conformar un gobierno de izquierdas que aparque el tema de la independencia alegando un ausencia de mayoría social para llevarla a cabo ahora, como dice querer hacer el Govern. Sin embargo, su análisis tiene, al menos, dos puntos débiles. El primero parte de una evidencia política y aritmética: en Catalunya, quien ocupa el espacio central de la política se decide en unas elecciones catalanas, nunca en unas españolas. Por eso el PSC, pese a ganar siempre las españolas y los principales ayuntamientos no ocupaba el espacio central de la política catalana.

El segundo es estratégico y también táctico: no se podrá ocupar el espacio central de la política catalana estando en contra del referéndum o abogando por un referéndum inviable en un período razonable y retardándolo cinco, diez, quince años? Pero también es táctico, ya que los comunes que cuentan con un electorado muy amplio y con muchas sensibilidades, no pueden concentrar en el independentismo y en Esquerra el grado de agresividad dialéctica que utiliza.

Cierto que se disputan franjas de electorado, pero las encuestas no engañan respecto a la fortaleza de Esquerra en la actual política catalana y la posición central del partido de Junqueras, que es visto como un valor seguro en estos tiempos de indefinición política e ideológica. Además, su gestión en la vicepresidencia y en Economía le ha dado la pátina que necesitaba para aperecer ante la opinión pública como un político también de gobierno.

Esta posición en las próximas catalanas solo se la podrá disputar, cuando haya elecciones, Carles Puigdemont, si se presenta y, no solo no es seguro que se la pueda cuestionar, sino que es muy difícil . Por tanto, los comunes han errado el tiro: con las prisas se han escorado hacia una posición que no le ha sido propia hasta la fecha y han desatendido a aquellos que ya estaban contentos con su ambigüedad.