A principios de siglo, siendo aún president de la Generalitat Jordi Pujol, la Generalitat llevó por una docena de capitales españolas, desde Santiago a Sevilla y desde Santander a Badajoz, por citar solo a cuatro de las ciudades, una muestra que llevaba por título "Catalunya, tierra de acogida". El objetivo era, y así se decía en el programa, “la presentación de un país al que miles de personas de otras comunidades españolas se desplazaron para vivir y trabajar pero también para integrarse y participar en la misma vida colectiva”. Incluso los Reyes de entonces asistieron a la inauguración de la exposición en Madrid, por la que pasaron más de 300.000 personas.

Cuando el miércoles, en la primera jornada de investidura del candidato Mariano Rajoy, el presidente en funciones habló de Catalunya y se refirió a este país como “una tierra de acogida, fértil y cálida”, el tiempo parecía no haber transcurrido. Pero no era así: todo aparentaba estar como en su sitio pero todo ha cambiado de sitio. Un total 36 de 47 diputados catalanes votaban que no al candidato a la presidencia del Gobierno español y en Catalunya una mayoría independentista sustenta al actual Govern. En el programa de aquella exposición se aseguraba que la principal finalidad de la iniciativa era “la lucha contra el desconocimiento (de Catalunya), principal motor del rechazo”.

La muestra, ciertamente, no consiguió lo que se proponía, pero Catalunya sigue siendo, pese al maltrato que recibe del gobierno del Estado, una tierra de acogida. Lo es claramente de los que aquí residen desde hace un tiempo o han llegado más recientemente, y también lo es de los que nos visitan, que en el 2016 han sido más de diez millones de turistas en los primeros siete meses del año, una cifra superior en casi un 5% a la del 2015 en el mismo periodo de enero hasta julio.

Algunos son visitantes muy recientes con nombres y apellidos reconocidos, como el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, la tercera autoridad del Estado, que pasa unos días de descanso en el Empordà. Y es que no deja de ser paradójico o cuando menos curioso que eso suceda mientras la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y los miembros de la Mesa de Junts pel Sí presentaban sus alegaciones ante el TC para no ser inhabilitados o, quien sabe, evitar penas de prisión. Tierra de acogida.