El primer ministro belga, Charles Michel, ha roto el férreo muro del club de los países miembros de la Unión Europea y este sábado ha planteado abiertamente la necesidad de una mediación internacional para solventar el conflicto entre Catalunya y España. Es cierto que ha añadido que esa mediación se tendría que producir si fracasaba el diálogo entre Barcelona y Madrid, pero en estos momentos es más que evidente que el diálogo no es que haya fracasado sino que ni tan solo se ha llegado a iniciar. Hasta el extremo que lo que está encima de la mesa por parte del ejecutivo de Rajoy es la aplicación del 155 de la Constitución, un artículo interpretable y que deja manga ancha al gobierno español para hacerse cargo de la autonomía catalana.

El movimiento de Michel es significativo del mar de fondo que existe en la Unión Europea en algunos estados. No los más importantes por dimensión y capacidad de decisión en Bruselas como capital comunitaria, pero sí en países intermedios como los del norte de Europa y las repúblicas bálticas. La misma receptividad a la mediación se produce, por ejemplo, en Suiza o Austria, dos estados con una historia a cuestas importante en la resolución de conflictos.

La voluntad de encontrar una solución dialogada con el gobierno español en el marco del referéndum celebrado el pasado 1 de octubre y sus resultados continúa siendo la apuesta del president de la Generalitat y del Govern cuando se acerca la hora límite de la respuesta que debe dar al requerimiento del gobierno español instándole a aclarar con un sí o con un no si el 10 de octubre declaró la independencia en el Parlament. Esta pregunta no obtendrá la respuesta que Rajoy espera y, en cambio, el president sí hará un acto de reafirmación del referéndum del 1 de octubre.

Es posible, incluso, que le traslade al presidente del Gobierno, y la carta de Michel viene a cuento, una vez más su voluntad de reunirse y hablar. "Hacerse fuerte en su posición actual", insiste una de las personas claves en este proceso. Quizás, en su discurso de hoy, en el aniversario del fusilamiento del president Companys, empiece a dar las primeras pistas en el cementerio de Montjuïc.