La CUP va a apoyar la moción de confianza a la que se someterá el president Carles Puigdemont el próximo miércoles en el Parlament y, aunque el gesto abre una posibilidad real de un final de legislatura acordado entre las fuerzas independentistas, a estas alturas hay aún demasiados flecos. Se va a despejar uno de ellos, sin duda el más urgente, ya que lo contrario hubiera supuesto una nueva convocatoria de elecciones y la muerte súbita de la legislatura. No obstante, la reunión de este sábado de los órganos de dirección de la CUP no ha despejado el que es en estos momentos el principal obstáculo entre Junts pel Sí y la CUP y que no es otro que los presupuestos de la Generalitat para 2017.

Una moción de confianza aprobada sin nuevos presupuestos no deja de ser un cierto brindis al sol y eso lo saben tanto Puigdemont como Oriol Junqueras, el vicepresident y conseller d'Economia que cargó injustamente con una desautorización de las cuentas del 2016 que era sobre todo política. Su no tramitación el pasado mes de junio ha causado graves problemas a todos aquellos sectores que veían en aquellos presupuestos una oportunidad de mejora, además de haberse perdido también una oportunidad para impulsar la actividad económica en Catalunya y garantizar servicios sociales que hoy están muy en precario. La CUP los tumbó y no solo desencadenó un tsunami político en Catalunya, sino que puso seriamente en riesgo el trayecto político iniciado en 2012 con aquella multitudinaria manifestación del 11 de septiembre. La rapidez de Puigdemont improvisando un cortafuegos –la moción de confianza– desmontó en aquel momento la no poca oposición interna al dar por liquidada la legislatura. Y eso debe saberse.

A partir del miércoles, JxSí y la CUP van a disponer de unas pocas semanas para decidir si llegan hasta el final de la hoja de ruta, con el referéndum incorporado a la misma, sabiendo que sólo podrán intentarlo con los nuevos presupuestos aprobados. Y no sólo porque hay partidas nuevas que deben incorporarse en un año tan decisivo como el actual. Sobre todo porque si no se visualiza que existe unidad en el mundo independentista, en el inicio de las últimas rampas de una ascensión que se presume enormemente difícil y con muchos obstáculos en el camino, lo mejor es dar por acabada la legislatura. Lo sabremos pronto y la ventaja en esta ocasión es que todos los protagonistas conocen que ya no valdrán juegos de manos.