El independentismo catalán lo ha vuelto a hacer, por encima del cansancio, del muchas veces incomprensible desencuentro entre los partidos soberanistas, de la táctica pequeña y mezquina, del puzle de intereses diferentes y también de las incertidumbres de un proceso que unas veces arranca y parece ganar fuerza y en otros momentos parece estar al borde del abismo. También por encima de la fuerza del Estado español, que tiene abiertos más de 400 procedimientos judiciales por el proceso soberanista y que ha imputado a unos 200 cargos electos, muchos de ellos de un alto valor simbólico, como la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, el expresident Artur Mas y tres miembros de su Govern; y, todo ello, en un momento en el que la fase judicial ha empezado a cobrar fuerza. El independentismo catalán lo volvió a hacer. Las inmediaciones de la avenida Maria Cristina fueron objeto de una multitudinaria concentración que simboliza sobre todo unidad, ilusión y fortaleza.

Las 80.000 personas que, según la Guardia Urbana de Barcelona, desbordaron Montjuïc son algo más que una respuesta a la judicialización de la vida política por parte del Gobierno español. Son, sobre todo, un mensaje interior y otro exterior de que los cinco años de manifestaciones masivas en la calle no se van a detener, que esto no ha acabado. También de vigilancia sobre las instituciones, básicamente el Govern y el Parlament. Así, los organizadores del acto, ANC, Òmnium y AMI, pusieron el acento durante sus intervenciones en la movilización permanente a partir de ahora y hasta el referéndum de independencia, previsto para septiembre. Igualmente, en convocar contra el desánimo, señalando que se entraba en la recta final y definitiva.

Pero el acto tuvo también un componente de mensaje fuera de las fronteras catalanas, en un momento que acaba de constituirse el nuevo Gobierno español, después de más de 300 días en funciones. El mensaje al ejecutivo de Rajoy fue de reafirmación en las posiciones independentistas expresadas en los últimos meses por el Govern. La importante movilización de este domingo es evidente que impulsa las reclamaciones del Govern, pero también recorta su margen de maniobra para coger atajos. Un ejemplo claro de la importancia de la concentración fue la repercusión en los medios de comunicación internacional, empezando por The New York Times, que recogió la protesta de Montjuïc y centró su mirada en la masiva respuesta y la permanente negativa del Gobierno español a abordar el referéndum.

El proceso político catalán ha cogido nuevamente impulso. Y esa es la principal novedad para los que quieran seguir con mirada certera el acto de Montjuïc. Lo demás –diferencias, enfados y contradicciones– está en un segundo plano.