Francesc Xavier Ribes tenía 43 años y no tenía que trabajar este sábado. Si no hubiera cambiado la guardia a un compañero y se hubiera quedado en su pueblo, Soses, un municipio de la comarca del Segrià que no llega a los 2.000 habitantes, disfrutando de la familia y jugando con su hijo de 9 años, estaría vivo. Como lo estaría también David Iglesias, de 43 años. Ribes e Iglesias pertenecían al cuerpo d'Agents Rurals de Catalunya, los antiguos guardias forestales, que se encargan básicamente de la vigilancia, inspección y protección de la naturaleza y de su entorno. En Catalunya hay unos 500 agentes rurales y su función es enormemente meritoria y desconocida, sobre todo en las grandes ciudades. Son algo así como los Mossos d'Esquadra de nuestros bosques y de una parte importante del territorio rural catalán.

De una manera incomprensible Ribes e Iglesias encontraron la muerte a manos de un cazador que disparó a bocajarro a los agentes después de que estos le pidieran la documentación y, seguramente, tras una discusión. Por más que el asesino tenía licencia de armas no disponía de permiso para la escopeta de cartuchos que llevaba. Toda una fatalidad, pero no un accidente, un doble homicidio y, por tanto, un hecho criminal. La ausencia de testigos presenciales impide conocer el relato preciso de los hechos por más que las autoridades han dado una amplia información sobre la reacción a bocajarro del cazador.

He conocido muchos agentes rurales, funcionarios de carrera que tienen la condición de agentes de la autoridad en el ejercicio de sus funciones, pero sobre todo, grandes amantes de la naturaleza. No es estrictamente una profesión al uso, sino una manera de vivir y de entender la relación con la naturaleza y, sobre todo, su protección, su vigilancia. En la época autorizada de caza, de los cazadores furtivos o sin licencia, durante la época de recoger setas, de la masiva presencia de desalmados en los bosques que lo destrozan todo a su paso, en verano vigilando los ríos. Y siempre vigilando montes y caminos forestales para prevenir cualquier incendio. A eso dedicaban Ribes e Iglesias su vida antes de encontrarse a un desalmado que la justicia empezará a tomar declaración a partir del martes.