Después de los incidentes violentos producidos en Gràcia desde el pasado lunes cabe esperar algo más que unas declaraciones vagas de voluntad de diálogo por parte de la alcaldesa Ada Colau y la denuncia de que su antecesor en el cargo, Xavier Trias, pagaba un alquiler a un particular para que los okupas pudieran mantener el Banc Expropiat. Los destrozos que se han producido en el material urbano, la irritación de muchos de los vecinos de Gràcia por un conflicto que ya está dividiendo al barrio entre favorables y detractores bien sea al desalojo de los okupas o a la actuación de la policía y la repercusión en los medios de comunicación de los incidentes producidos son aspectos más que suficientes para que el Ayuntamiento pase de tener un papel de mero observador a implicarse en la solución del conflicto.

Sacudirse un problema que es de seguridad pero que sobre todo es de ciudad obliga al consistorio a jugar un rol muy diferente al actual. El gobernar tiene estas cosas: no solo se hacen ruedas de prensa agradecidas en los medios de comunicación o anuncios de proyectos beneficiosos para la ciudad: a veces toca gobernar. Tomar decisiones. Encarar los problemas. Y esa última faceta, después de un año de gobierno, es aún una asignatura pendiente, quién sabe si por inexperiencia. El acuerdo suscrito entre Barcelona en Comú y el PSC y la inmediata incorporación de los socialistas, encabezados por Jaume Collboni, al equipo de gobierno, demuestra hasta qué punto en ocasiones hay que hacer de la necesidad virtud y pasar página a acusaciones tan graves como las que formuló ahora hace un año Colau al tildar al PSC de mafia o de responsable de un genocidio financiero. Los socialistas darán a Barcelona en Comú cuatro concejales, aún lejos de la mayoría absoluta en el consistorio, y una pátina de realismo en una ciudad en la que han gobernado ininterrumpidamente desde 1979 hasta el 2011.

Será interesante ver cómo convergen dos miradas aparentemente tan diferentes sobre la ciudad empezando por el tema de Gràcia o por Can Vies, donde no hace tantas semanas los socialistas de Barcelona aseguraban que si alguna vez entraba en el gobierno municipal la primera medida que adoptaría sería derribarlo. Pues a partir de hoy ya puede empezar a hacerlo, teniente de alcalde Jaume Collboni.