Hay que ver la prisa que se dan los partidos en borrar su pasado reciente cuando es malo. Al paso que vamos, dentro de 24 o 48 horas parecerá que José Manuel Soria no haya sido ministro de Industria del Partido Popular durante más de cuatro años, que no haya tenido que dimitir abruptamente por su implicación en una sociedad en paraíso fiscal y todo haya obedecido, qué caray, simplemente a una serie de errores en la explicación debida a la opinión pública. El típex está funcionando a una velocidad tal que el presidente del Gobierno en funciones esquiva cualquier pregunta y sus compañeros de Gabinete hablan del exministro desde una distancia que sólo suele darse en el mundo de la política. Tanto, que llegará el momento en que incluso dudaremos que un día fue ministro y que, entre otras herencias, Soria dejó a más de siete millones de usuarios de gas un recibo mensual durante 30 años para abonar 4.700 millones de euros por la paralización del almacén Castor, frente a la costa de Tarragona y Castellón.

El caso Soria acabará sepultado, ya se ve venir. Se está yendo casi en silencio e incluso parece poco importante que las entrevistas que está concediendo el exministro sean selectivas y a medios afines. Ya todo es campaña y bajo este registro trata de ser canalizada la situación por los partidos políticos. Lo más sorprendente es que nada significativo parezca moverse en el cuadro político general, el de unas próximas elecciones. A cualquier conocedor de las dinámicas internas del PP no se le puede escapar que en estos momentos el exministro es repudiado a enorme velocidad.

La anómala situación de un gobierno en funciones y un ministro abandonando el Ejecutivo provocaba este sábado en el BOE una situación entre cómica y novedosa. Así, se disponía que "como consecuencia de la vacante en el cargo por renuncia del ministro de Industria, Energía y Turismo en funciones, el ministro de Economía y Competitividad en funciones asuma el despacho ordinario de los asuntos correspondientes al citado departamento". Es, a su vez, Soria el primer ministro que no deja rastro de su cese en el BOE ya que ha renunciado y técnicamente ya quedó cesado el día 20 de diciembre tras las elecciones. Pero igual de eso se trata en este juego de olvidar que pasó por el ministerio: Un día se le nombra y años después desaparece. Abracadabra, que diría Luís Enrique el día antes que el Barça dejara de ganar partidos.