Debates en plural no va a haber. La petición de Pere Aragonès de celebrar un debate a tres con Salvador Illa y Carles Puigdemont ha nacido muerta y no tiene interés alguno para sus adversarios. Tampoco habrá un cara a cara entre Aragonès e Illa, ni entre Aragonès y Puigdemont. El president de la Generalitat, que ha sido el que ha lanzado las propuestas, ha recibido calabazas en un momento en que tanto el candidato del PSC como el president en el exilio tratan de rivalizar en una campaña cuerpo a cuerpo que deje de lado a Aragonès en un intento de abrir, sobre todo Puigdemont, una distancia significativa.

Hasta la fecha, al menos en las encuestas que se han publicado recientemente, tan solo en una el candidato de Junts quedaba cinco escaños por delante. En las otras, la horquilla era mucho más ajustada. Con el actual guion, tan solo está garantizado el debate en TV3 de todos los candidatos con representación parlamentaria. Estamos hablando, por tanto, de un debate a ocho entre Aragonès, Illa, Jéssica Albiach (Comuns), Ignacio Garriga (Vox), Carlos Carrizosa (Cs), Alejandro Fernández (PP), Laia Estrada (CUP) y el candidato de Junts que no podrá ser Puigdemont, por no poder cruzar la frontera sin ingresar en prisión, y haber descartado participar por videoconferencia, una fórmula televisivamente muy deficiente.

La silla de Puigdemont no quedará vacía y será Josep Rull, exconseller de Política Territorial i Sostenibiltat hasta la disolución del Govern por el 155 de la Constitución y número tres en la candidatura por Barcelona, quien la ocupe. Junts ha apostado por un político condenado en el juicio del Procés a más de diez años de prisión e inhabilitación y que abandonó la cárcel de Lledoners por un indulto del Gobierno. A ello suma años de oficio tanto en estructuras del partido como en labores legislativas como diputado al Parlament durante más de dos décadas.

Con el actual guion, tan solo está garantizado el debate en TV3 de todos los candidatos con representación parlamentaria

Descartados los debates propuestos por Aragonès y con el de TV3 como plato estrella, tan solo queda el interrogante, muy pequeño por no decir nulo, de que prospere uno entre Illa y Puigdemont. Para que ello sucediera se tendrían que dar dos circunstancias que, hoy por hoy, no se dan. Que el candidato socialista aceptara un debate fuera del principado de Catalunya y que los dos estuvieran de acuerdo en confrontarse cara a cara. Sería, sin duda, un debate con morbo y también con riesgos. La única ventaja indiscutible, y ambos lo saben, sería una polarización de la campaña.