Con una semana de diferencia, los dos partidos de la izquierda española, PSOE y Podemos, han llegado a la misma conclusión: la cuestión del referéndum catalán está en la génesis de sus problemas (electorales) y no es oportuno abrir permanentemente debates sobre el particular. El caso de los socialistas es más llamativo ya que, a diferencia de otras ocasiones, a la oposición y malestar de los hombres y mujeres de Ferraz y de Andalucía se ha sumado una pequeña revuelta en la calle Nicaragua. Miquel Iceta, consumado bailarín, como ha hecho evidente en las últimas campañas electorales, ha sufrido un traspiés en medio de la pista del consell nacional del partido por proponer suavemente la posibilidad de un referéndum a la canadiense si en Catalunya una hipotética reforma de la Constitución recibiese el voto negativo de los electores.

Mira que era alambicada la posibilidad de todo ello, pero ni así. El PSC no quiere muy mayoritariamente abrir un debate que considera estéril y muy costoso electoralmente, mientras que Iceta, más avezado en la política de los quiebros para no salirse del escenario, querría tener un pie dentro para no ser confundido con el PP y Ciudadanos. Pero lo cierto es que son muchos en las filas socialistas que lo que quieren es eso: en temas que afectan a la soberanía española, ser identificados sin diferencia alguna como lo son populares y los dirigentes de la formación naranja. Eso nos hace cada vez más pequeños en Catalunya, sostienen en el entorno de Iceta que, hoy por hoy, no tiene un plan B.

El caso de Podemos, adalid del referéndum en las elecciones generales de diciembre y enterrador de esta opción en las de junio por más que En Comú Podem se resista a admitirlo, es aparentemente el alejamiento -¿temporal o definitivo?- de una cierta complicidad de la nueva izquierda con los sectores independentistas catalanes. Sólo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que tiene agenda política propia puede, llegado el caso, imprimir un nuevo giro de volante. Hoy se limita a responsabilizar a Pablo Iglesias y al resto de dirigentes de Podemos de la bajada del suflé electoral. Y es que cuando has tenido la gloria tan cerca, todo sabe a poco. A muy poco.