¿Tiene Podemos hechuras de gran partido o, por el contrario, será incapaz de superar la explosión interna que está viviendo la organización? Posee un líder indiscutido, un activo muy importante en unos momentos en que el mundo de la comunicación suele fijarse más en las personas que en los mensajes. Pero este hiperliderazgo, tiene también su contrapunto: cualquier oposición a lo que decide suele acabar mal para aquellos que se ponen enfrente. Quizás se discutan las cosas, pero la imagen que se acaba trasladando es la de una organización piramidal clásica no muy alejada de la vieja política que dicen querer superar.

Sus resultados de las elecciones del 20 de diciembre fueron muy buenos, superando las expectativas de los sondeos. Aunque Iglesias, como buen político, se anotó el éxito, lo cierto es que fue en las confluencias de Catalunya, Valencia y Galicia donde fraguó con mayor consistencia la necesidad de un cambio en la izquierda. Desde aquellas navidades, la formación morada camina desconcertada por la arena política, sumida en crisis territoriales y aquejada de cierta incoherencia en sus mensajes públicos.

Así, asiste Podemos del País Vasco este domingo al Aberri Eguna, el día de la patria vasca, después de un cambio de dirección y cuando hace un año ello se rechazaba explícitamente. Su presencia es relevante ya que será el primer partido no nacionalista ni independentista en participar en muchos años. Estarán, como siempre, los partidos catalanes afines. No acudirá, en cambio, Podem en medio de una batalla por el liderazgo. Quizás sea todo una cuestión de estrategia: con unas elecciones al Parlamento vasco antes de final de año, y con Arnaldo Otegi como candidato de EH Bildu, Podemos quiere estar presente en todas las salsas. Incluso en aquellas que dificultan las relaciones con el PSOE pero que mejor interpretan dónde tiene espacio la formación morada para crecer. Y si no, sólo hace falta que miren a Catalunya y sigan los pasos de En Comú Podem.