Que unas semanas antes de la asamblea anual de la ANC, que se celebrará en Manresa, se haya puesto en jaque la candidatura de su presidente, Jordi Sànchez, sólo puede obedecer a la miopía del catalanismo en momentos decisivos de su historia. Que además coincida con el pulso entre Junts pel Sí y la CUP por mantener con vida una legislatura, que precisa la aprobación de los presupuestos de la Generalitat como el aire que respira, no es más que la evidencia de que las cosas no suceden por casualidad. La ANC ha sido, junto con Òmnium, la protagonista de las grandes movilizaciones que se han producido en Catalunya en todos los Onze de Setembre desde el año 2012. Su perfil inequívocamente unitario le otorgó a la ANC desde el primer momento en el mundo soberanista grandes dosis de autonomía en su actuación y también de autoridad durante el mandato de Carme Forcadell, que hoy preside la segunda institución de Catalunya, el Parlament.

El carácter asambleario, plural y muy territorial le ha granjeado diferentes estratos de poder y ha convertido a la ANC en objeto de deseo de las formaciones políticas soberanistas. La llegada a la presidencia de un independiente, cercano a Iniciativa, como Jordi Sànchez, reafirmó la transversalidad de la organización. Pero también tuvo un inconveniente: no fue el candidato más votado en la asamblea. De alguna manera esto ha estado presente durante su primer año de mandato: no ha sido fácil para la dirección conseguir que la cúpula fuese una piña cada vez que han surgido dificultades. Pero de ahí a abrir un debate sobre un relevo en la presidencia de la ANC debería haber un abismo. Además, la organización no escaparía del debate partidista, del que siempre ha querido huir, y que le acabaría afectando negativamente.

Otra cosa distinta es que se introduzcan nuevos mecanismos que la hagan más transparente -si es que sus miembros consideran que no lo es suficientemente- en la toma de decisiones. Pero lo que sería un error es que lo que no han conseguido desde fuera de la ANC los sectores que la han tratado de desacreditar, lo acabaran realizando otros desde dentro aunque este no fuera su objetivo.