Produce una cierta perplejidad, por utilizar una palabra suave, ver cómo en estos momentos de profundo desasosiego para la sociedad, con cifras de muertos por el coronavirus  que son muy preocupantes se empleen desde las autoridades para dirigirse a la población palabras como "guerra" y "soldados" que, unidas, dan lugar a expresiones desafortunadas como "en esta guerra todos somos soldados". No es ni lo uno, ni lo otro. Somos ciudadanos y no soldados. Agradecidos, sobre todo, a los que velan por nosotros en precarias condiciones: personal sanitario, muy en primer lugar, pero también otros muchos miles y miles de personas que alivian la situación de angustia de la sociedad en puntos de trabajo estratégicos que no han podido abandonar.

Somos también ciudadanos vigilantes a la actuación de unos poderes públicos y, si cabe, somos además exigentes y críticos. No soldados que debamos obediencia ciega, como sucede en los cuarteles y en las guerras. España está a punto de enfilar su primer fin de semana de crisis sanitaria realmente muy grave, con una situación muy delicada, que además lo será más en los próximos días y semanas. Nadie se alegra de decisiones equivocadas que se hayan tomado en cualquiera de las administraciones pero hay que seguir exigiendo que se adopten las que aún no se han tomado y se hubieran podido acometer.

A todos nos deja atónitos ver las carreteras hacia la costa -sean la de Andalucía, Valencia, Tarragona o la Costa Brava- con retenciones o imágenes como las de l'Hospitalet de Llobregat, con las calles repletas de gente este mismo viernes. ¿Qué es lo que no ha quedado claro en esta situación tan extrema y con la pandemia campando a sus anchas? Italia lleva varios días esperanzada en que la cifra de muertos será inferior a la del día anterior y esa noticia no acaba de llegar. En las últimas 24 horas se han producido 627 víctimas mortales y la cifra se eleva a más de 4.000. En España ya se ha superado la cifra de 1.000 muertos por el coronavirus y en Catalunya ascienden a 122 a las 22 horas, de los que 40 se han producido en un día.

Apelar al confinamiento voluntario total es la única opción de contener la hemorragia que se nos viene encima. La cara de estupor del responsable de una delegación china de la Cruz Roja al llegar a Milán y ver que en las calles seguía habiendo gente paseando relajadamente y sin mascarilla sería la misma que se le pondría si hubiera estado en algunas ciudades españolas o catalanas. Ante la negativa del gobierno español a decretar, como le pide la Generalitat, un confinamiento total de Catalunya, no queda otra que el autoconfinamiento masivo y voluntario.

Hagámoslo por nosotros y si eso no es suficiente, hagámoslo por todos los que se están jugando la vida por nosotros. Como ciudadanos, no como soldados.