Con las reservas hídricas en las cuencas internas de Catalunya en un pobre 19% y medio país afectado por un episodio de sequía extremo, que ya se ha convertido estadísticamente en el peor momento en 100 años, seguimos mirando al cielo, cada mañana, esperando que llueva, como si este mal fuera a resolverse por fenómenos naturales. Catalunya sufre la desafección propia de cualquier sociedad en la que en esta cuestión se ha apostado siempre más por poner parches que por encontrar soluciones.

Fue a rezar a Montserrat el Govern en el anterior episodio de sequía extrema de la segunda mitad de la primera década del presente siglo. Y llovió tanto que pareció que el problema había desaparecido. Que con algunas desaladoras ya era suficiente. Fueron los mismos que antes se rieron de los gobiernos Pujol cuando se propuso abordar el problema de manera definitiva con el trasvase de agua del Ródano. Nunca se quiso desde Madrid abordar en esta dirección el problema.

Es cierto que desde aquellos años de la última sequía ha habido varios presidentes y varios gobiernos. Todos ellos sin excepción pudieron hacer más, pero es al actual, que está en el cargo desde 2021, que tiene la responsabilidad presente y ha de demostrar celeridad, conocimiento, imaginación, ambición y responsabilidad. Celeridad es obvio que no ha habido, ya que, como se suele decir coloquialmente, muchas de las inversiones aún están en sus primeras fases de ejecución, en parte, porque la ideología ha actuado de freno. ¿Cuánto tiempo hace que los expertos del sector privado apostaron por la reutilización del agua? ¿Y qué se hizo?

Con medio país afectado por un episodio de sequía extremo, seguimos mirando al cielo esperando que llueva, como si este mal fuera a resolverse por fenómenos naturales

También hemos andado justitos de conocimiento, ya que ha habido una resistencia férrea a hacer caso de los expertos y de empresas punteras y mundialmente reconocidas del sector con el talento y preparación necesarios. La ACA ha hecho perder un tiempo enorme en la adopción de soluciones actuando como freno. El pleno monográfico que se celebró en el Parlament hace unos meses y el acuerdo de presupuestos para este año alcanzado en esta materia entre ERC y el PSC tenía buenas intenciones, pero su velocidad deja mucho que desear.

Mientras, la sequía avanza, los payeses que no se arruinan se desesperan, el paisaje en las zonas cultivadas es desolador por falta de riego, en las ciudades el problema es cada vez más preocupante y los anuncios que se hacen sobre la reducción de la presión del agua se realizan con pocas explicaciones y desde un evidente desconocimiento si atendemos a los estándares internacionales. O las recomendaciones para un ahorro en el consumo individual del agua, en una sociedad que ha hecho con gran disciplina todo lo que se le ha ido pidiendo.

La alarmante situación exige situar el tema de la sequía en el centro del debate público, ya que hay pocas cosas que afecten tan transversalmente al conjunto del país y también a una idea de país. Y nuestra obligación es exigirlo.