El ataque que la ultraderecha ha realizado contra la sede de Podemos en Cartagena, empleando material explosivo, supone un incidente de enorme gravedad y la advertencia de que, en cualquier momento, puede producirse una situación irreversible que tenga coste en vidas humanas. El hecho de que cuando se ve involucrada la ultraderecha se tienda —desde los medios de la derecha, pero también desde los medios públicos o la propia policía— a infravalorar lo sucedido, a diferencia de cuando les interesa agrandar noticias relacionadas con, por ejemplo, manifestaciones en las que acaban habiendo incidentes de grupos violentos, lo único que refleja es la impunidad con que la extrema derecha sigue actuando en España, y que Cartagena no es Barcelona o Bilbao.

Lo hemos dicho en más de una ocasión: se tendrá que poner coto a los ataques de la extrema derecha a la democracia. Impedir que sigan teniendo la impunidad actual, que incluso les lleva a torear a la justicia cuando son condenados. Un ejemplo son los 14 falangistas condenados por el asalto a la librería Blanquerna el 11 de septiembre de 2013, que fueron condenados en 2020 a penas de prisión de entre dos años y siete meses, a dos años y nueve meses, y han ido de recurso en recurso hasta el que, en teoría, es el último y que vence uno de estos días. Hay sentencias en firme que se ejecutan al momento y otras que se demoran incomprensiblemente. Al menos, hasta que se mira la ideología de estos condenados, que ya habían gozado en 2016 de una sentencia del Supremo que los condenaba a cuatro años de prisión con agravante de discriminación ideológica. El Supremo, a instancias del Constitucional, rectificó y quedó la condena de dos años y nueve meses.

El hecho de que la sede de Podemos en Cartagena ya hubiera sido atacada con antelación otras cinco veces, demuestra también que las medidas de seguridad que había adoptado la policía dejan mucho que desear. Quizás la falta de condena de los partidos de la derecha a los anteriores ataques tienen algo que ver con el atentado definitivo. En cualquier caso, nada de eso parará si no se adoptan medidas contra la violencia que se empieza a predicar desde la extrema derecha y que se blanquea con preocupante facilidad o se le resta importancia.

Y habrá que hacerlo, porque la extrema derecha no es un fenómeno pasajero, como Ciudadanos, sino que ha venido para quedarse sin disimulo alguno y buscando la confrontación.