El aterrizaje de los miembros de Podemos en el Gobierno español fue acogido, en general, con la esperanza de un aire nuevo en el ejecutivo. Su propuesta territorial parecía diferente, sus medidas económicas también, y la defensa de derechos y libertades, a años luz de los socialistas. El paso del tiempo ha ido desvaneciendo muchos de aquellos apriorismos y sus banderas se han ido diluyendo. Nada se ha visto de su modelo territorial, más allá de declaraciones bien intencionadas. Estando ellos en el Gobierno se ha visto un retroceso evidente en materia de libertades, mucho más exagerado en lo que afecta a todas las cuestiones relacionadas con los independentistas y su presencia en el ejecutivo español ha dado una pátina de credibilidad a la corrupta monarquía española.

Sería exagerado decir que con su presencia en el Gobierno se han puesto punto y final a sus demandas políticas, pero lo cierto es que demasiadas veces existe la impresión de que unos sillones en el Consejo de Ministros han atemperado sus proclamas de cuando estaban en la oposición. Este miércoles su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, ha alzado su voz contra dos de los temas estrella del verano político, informativamente hablando: el precio de la luz y la ampliación del aeropuerto de El Prat. En ambos casos, Echenique se ha mostrado dispuesto a dar la batalla en el Gobierno, en el Parlamento y en la calle.

Está bien que lo diga, pero mejor estaría que lo hiciera si así lo considera. Como partido de gobierno, lo tiene bien fácil: provocar una crisis con el PSOE y Pedro Sánchez, a riesgo de quedarse fuera del ejecutivo. Lo demás son brindis al sol de un quiero y no puedo. Echenique no puede comportarse como un tertuliano más cuando tiene en el consejo de ministros una vicepresidente y cuatro ministerios. Tampoco limitarse a señalar genéricamente que hay que reformar el mercado eléctrico. Eso está bien para la oposición pero no para ellos.

Más escandalosa es su posición sobre la polémica ampliación de la tercera pista de El Prat, ya que, en este caso, es una iniciativa del Gobierno español y en el ayuntamiento de Barcelona se opone la alcaldesa Ada Colau y la apoya el primer teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni. ¿Que han hecho Podemos y los Comunes más allá de expresar su opinión? Porque, insisto, si el hecho es tan grave, que se vayan del Gobierno español o que Colau rompa su pacto con los socialistas. Será, si no, que es una discrepancia mediática, però que, al final, tampoco hay para tanto.

Más allá de la posición de los Comunes en la ampliación de El Prat, como ya se preveía no está, ni mucho menos, todo el pescado vendido. El paso de los días ha ido generando grietas en Esquerra y en Junts, los dos avaladores a nivel del Govern del proyecto impulsado por Aena y el Gobierno español. ¿Suficientes para tumbar el proyecto? Hoy por hoy, no. Pero sí se echan a faltar explicaciones más convincentes sobre cómo se van a cumplir las normas de protección del medio ambiente en una zona protegida dictadas por la Comisión Europea, y cómo esquiva el anuncio de limitar los vuelos cortos que puedan realizarse en tren en menos de 2,5 horas.