Situado entre la moción de confianza de la semana pasada y el debate de presupuestos para 2017 que se ha de celebrar en las próximas semanas, el debate de política general que se inició este miércoles en el Parlament es, políticamente hablando, una obra menor. Lo que en condiciones normales sería uno de los debates más importantes del año ha quedado este 2016 reducido a una sesión parlamentaria con muchos ratos de aburrimiento y unos discursos desde el atril para cubrir el expediente. Poca cosa más. Incluso los anuncios políticos fueron limitados, como si todos quisieran guardarse cartas, destacando, en todo caso, la convocatoria de 7.000 plazas de funcionarios por parte de la Generalitat, un hecho relevante habida cuenta de la contención de la Administración catalana en esta materia durante los últimos años.

El formato express diseñado para la ocasión concentró la jornada en una serie de monólogos de los diferentes presidentes de los seis grupos parlamentarios existentes en la Cámara. Así, entre la primera intervención del president de la Generalitat, que acabó sobre las 10:30 horas, y la segunda, que se inició a media tarde, hubo muchas horas de aburrimiento en el interior del hemiciclo y buena parte de las miradas estaban mucho más pendientes de los acuerdos que se pudieran alcanzar en los pasillos y muy especialmente los relacionados con el referéndum de independencia que se ha comprometido a convocar Carles Puigdemont en la segunda quincena del próximo mes de septiembre.

Sobre esta cuestión, el Parlament votará dos resoluciones. La primera, la acordada entre Junts pel Sí y la CUP, acota en la fecha de la segunda quincena de septiembre el tiempo máximo en que debería celebrarse el referéndum. Con este redactado se le da una cierta satisfacción a los cupaires, que pedían que fuera el mes de julio. Sin embargo, la resolución de más enjundia política puede ser otra sobre el referéndum que han presentado los comunes y que es vista con simpatía per JxSí y no tanto por la CUP. La clave está en la retirada de expresiones, al hablar del referéndum, como "acordado" o "pactado", que hasta ahora eran una línea roja para Catalunya Sí que es Pot. Si así fuera, se consumaría nuevamente en la Cámara una mayoría muy amplia de 83 diputados a favor del referéndum, de los 135 escaños del Parlament. Ello aunque la CUP no la votara por insuficiente. O lo que es lo mismo, el 61,5% de los escaños y el 56,7% de los votos en las elecciones catalanas del 27 de septiembre de 2015. Pero, más allá de la aritmética, abriría un resquicio de mayorías más amplias en una puerta que ha estado cerrada hasta el momento. Habrá que esperar, no obstante, a la letra pequeña que se pueda negociar en el último minuto.