La visita del Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz, a Barcelona ha servido para poner de relieve lo que otros destacados economistas de gran prestigio internacional han venido sosteniendo desde que se inició el proceso independentista en 2012: una Catalunya independiente sería económicamente viable, ya que en un mundo globalizado es más fácil para un país pequeño funcionar y hacerlo relativamente bien. Sobre esa base, el economista norteamericano hizo hincapié en acuñar un concepto interesante, la fuerza de los países pequeños. En su opinión, vivimos y viviremos importantes curvas en la evolución económica y para todo ello la versatilidad de un país pequeño es importante a la hora de adoptar decisiones y caminar en la misma dirección. Como también sería determinante, llegado el caso, si la separación es amistosa o no y cual es la actitud de los países europeos, donde descansan buena parte de las exportaciones.

Stiglitz, que dirige un instituto para la Pobreza Mundial en la Universidad de Manchester, es enormemente crítico con la globalización económica y mantiene abismales diferencias con instituciones como el Fondo Monetario o el Banco Mundial. También con muchas de las políticas de la Unión Europea y su insistencia en pedir a todos los Estados nuevos ajustes. En el caso de España, vino a decir que era casi imposible cumplir la directriz comunitaria y el compromiso con Bruselas de reducción de déficit, ya que las importantes tasas de paro existentes ahogaban cualquier posibilidad seria de un crecimiento acelerado del empleo, por más que la mejora del PIB sea cercana al 3%. 

No deja de ser curioso que esta posición de Stiglitz haya coincidido en el tiempo con el último informe Moody's, la agencia norteamericana de calificación crediticia. Moody's reconoce la mejora de la economía catalana y considera que las políticas de Catalunya le han permitido mejorar durante los últimos meses en la reducción de déficit. Uno de los problemas de procesos políticos como el catalán es que la discusión de los políticos acaba ahogando los debates económicos. Quizás sería muy interesante organizar un panel de economistas de primer orden mundial para que pudieran acompañar a la sociedad catalana en la maduración de su decisión.