La publicación, por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, de un comunicado tergiversando absolutamente el informe del Consejo de Europa, que es un auténtico rapapolvo al Gobierno español y en el que reclama la puesta en libertad de los presos políticos y la retirada de las euroórdenes de los miembros del Govern exiliados, es uno de los casos más grotescos y ridículos que ha protagonizado la cancillería española en los últimos tiempos. Se ha de tener muy poco sentido del ridículo para poner en un documento oficial lo contrario de lo que es y transformar en una aparente victoria lo que ha sido una revolcada en toda la regla.

Las fake news desde un gobierno son una práctica del todo intolerable e impropia de un ejecutivo de la Unión. Sería impensable incluso en España si no tuviera como protagonista de la noticia al independentismo catalán. Aunque ya hay una cierta costumbre en llenar de propaganda más que de información las noticias que se producen más allá de los Pirineos y que tienen que ver con los exiliados y su sólida posición judicial en Europa, todo debería tener un límite. Los cientos de millones gastados directamente en mejorar la imagen internacional de España o en pagar favores a países terceros sirven de bastante poco cuando una institución como el Consejo de Europa te acaba poniendo en el mismo paquete que Turquía.

Se miente descaradamente y no pasa nada. Ahora se da un paso más al presentar un documento oficial del Consejo de Europa como lo que no es: calla el PP, calla Ciudadanos, calla Vox, calla el establishment mediático, callan las asociaciones de periodistas y no consta que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se haya disculpado por lo que ha hecho una ministra suya en la extensa conversación que ha mantenido este viernes con el president Aragonès y que pretende marcar el arranque del diálogo entre ambos gobiernos.

El presidente español ya tiene la disposición al diálogo de la que se quejaba en la anterior legislatura con Quim Torra y que le ha servido para justificar que solo haya habido la reunión formal constitutiva de la mesa de diálogo, y que esta lleve quince meses sin reunirse. Todos sabemos que su presidencia se caracteriza por un permanente incumplimiento de sus compromisos, pero él va haciendo. El último incendio que ha tenido a raíz de la ministra de Sanidad invadiendo competencias autonómicas con motivo de las restricciones de la Covid le ha supuesto incluso un enfrentamiento con el PNV y con el lehendakari Urkullu. Sánchez le ha garantizado a Aragonès una reunión antes de final de mes y se supone una reunión de la mesa de diálogo antes de vacaciones. Como siempre, todo lo que no le afecta a él directamente parece tomárselo muy al ralentí.