Cuando el pasado mes de agosto, el lunes día 23, se supo que el papa Francisco había aceptado la renuncia de Xavier Novell como obispo de la diócesis de Solsona, por razones personales, circularon todo tipo de teorías y de rumores sobre qué había sucedido con el que en su día fue conocido —y se hizo popular— como el obispo más joven de España, con tan solo 41 años.

Hoy parece que el enigma de sus razones personales ya se ha desvelado y detrás de su renuncia a seguir ejerciendo como pastor de la Iglesia hay una tierna historia de amor. Reconozco que este domingo he intentado saber más cosas, mientras a Novell le caían chuzos de punta des de sectores empeñados en mezclar la manera como ha colgado los hábitos con sus posiciones políticas. Muchos no le perdonan que, como obispo, Novell no escondió que veía con cierta simpatía el movimiento independentista y que en 2017 pidió a sus feligreses que participaran en el referéndum sobre la independencia de Catalunya. Cuando los líderes independentistas fueron encarcelados no dudó en visitarlos en la prisión.

Lo que los medios de comunicación han explicado este fin de semana es una historia de amor del hasta hace unos días obispo —a unos cuantos kilómetros de Solsona, en la ciudad de Berga— con Sílvia, una psicóloga con dos hijos, fruto de su primer matrimonio en Marruecos, que ha hecho cursos de sexología y que escribe novela erótica. Xavier Novell ha decidido iniciar una nueva vida, a la que tienen derecho y se merece la privacidad de cualquier ciudadano, aunque, en su caso, el tránsito de obispo a seglar tenga un lógico interés.

¿Cómo se lo ha tomado la jerarquía religiosa? ¿Se puede volver con normalidad a la vida civil, en su caso a la ingeniería, después de estar al frente de un obispado? Es necesaria además una explicación a sus feligreses de Solsona, con los que ha estado en contacto durante más de diez años que, además, si desconocían su historia de amor se han quedado sin una despedida. 

Dicen que Novell habría comentado a sus íntimos que se había enamorado y quería hacer las cosas bien. Sea como sea, lo cierto es que ha intentado afrontar su nueva vida evitando la polémica más propia de prensa rosa. Tampoco ha protagonizado una historia tan sórdida como la de aquel obispo de Palma de Mallorca, Javier Salinas Viñals, de 69 años, que cada verano recibía a los reyes a las puertas de la catedral. Salinas se aferró al cargo, después de una intensa polémica en la que aparecían su secretaria, una aristócrata sevillana, un marido despechado, un adinerado terrateniente que le acusó de adulterio y el PP de Balears. La marcha de Novell ha sido todo lo discreta que permite la renuncia de un joven obispo. Tiene derecho, pues, a conseguir el respeto y la comprensión para vivir su vida como él decida. Lástima que en su historial como obispo figuren declaraciones en las que ha faltado precisamente este respeto y esta comprensión por el derecho de cada cual a elegir la manera de vivir su existencia.