Mientras el Govern y el TSJC discutían estas dos últimas semanas sobre el mantenimiento del toque de queda entre la 1 y las 6 de la mañana -la administración catalana a favor y la Justicia en contra- con el resultado ya sabido de su supresión, el retorno del botellón a calles y plazas de la Catalunya entera, con decenas de miles de jóvenes en permanente movimiento nocturno, está siendo la noticia del final de este mes de agosto.

Sucede en Barcelona, en las principales ciudades del país, en las zonas de playa y de montaña, de norte a sur y de este a oeste: por las noches, Catalunya es un gran botellón. Cuando al llegar la medianoche, la restauración lanza los primeros avisos de que tienen que ir cerrando y la clientela retirándose, no sucede como cuando el toque de queda era efectivo y mossos y policias locales intentaban con más o menos acierto que el espacio público quedara vacío. 

Ahora, nada es igual. Si no es en una plaza, es en otra, pero la fiesta continúa de la manera más desordenada posible. ¿Alguien puede estar seguro de que no sería mejor mantener los locales abiertos con unas medidas de seguridad efectivas y reales que estas aglomeraciones de los botellones? En las Festes de Sants, por cuarta noche consecutiva, ha sido caótica la madrugada con aglomeraciones sin control alguno, como la del parc de la Espanya Industrial con unas 3.000 personas, cargas policiales, lanzamientos de objetos y barricadas. Antes había sido en las fiestas del barrio de Gràcia.

Sin llegar la situación a este nivel, muchas ciudades han informado sobre conflictos en sus calles o simplemente se han dedicado a normalizar una situación que en julio no era, ni mucho menos, tan exagerada. El final de agosto y el retorno a la actividad académica disminuirán el caos nocturno existente, pero aún falta mucho verano para pensar que se ha acabado, con numerosas fiestas mayores aún por celebrar y con la Mercè en septiembre.

Denegado el toque de queda por el TSJC, por entender que no había detrás una necesidad sanitaria sino que era una palanca más para evitar botellones y problemas de seguridad e incivismo en las calles, seguramente no queda otra que revisar el cierre de los establecimientos de hostelería, restauración, bares y terrazas que ahora se alarga hasta la medianoche. También estudiar como se puede reabrir el ocio nocturno. Sin toque de queda, el caos actual es mucho mayor con todo cerrado. Y los macrobotellones, inevitables.