Si hay un fenómeno digno de estudio en la política española es el de Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de la Comunidad de Madrid que con muy pocos conocimientos políticos ha conseguido poner patas arriba a la derecha española. Ayuso carece, por ejemplo, de la cultura política de Núñez Feijóo, el político gallego siempre alejado de la derecha extrema pero tan prudente en sus movimientos que se le ha pasado el punto de cocción para dar el salto a la política española. Tampoco es una política al uso que ha ido escalando desde dentro como lo fue antaño Mariano Rajoy o ahora Pablo Casado, políticos grises que necesitan una organización de partido muy engrasada para que las cosas les funcionen bien.

Ayuso si se puede comparar con alguien es con Aznar: derecha más que centro, centralista más que periférica y autoritaria más que de consensos. Y, sobre todo, populista. Aznar encontró aquel "váyase, señor González" y desde la presidencia de Castilla y León se encaramó a la calle Génova cortando a su paso todas las cabezas que hicieron falta. Con grandes dosis de populismo aglutinó las derechas, que es casi la única manera de llegar a la Moncloa. Claro que eran otros tiempos, pero con Aznar al frente del PP no había nada a la derecha, fundamentalmente porque él era la derecha.

Ayuso copió en las últimas elecciones de la comunidad de Madrid el patrón Aznar: ganado el centro con el partido, ella se dedicó a la derecha de Vox y al inerte partido de Ciudadanos. Al copiar el discurso de Vox, en muchos aspectos no hacía falta votar a la formación de Abascal, ya que Ayuso les daba lo mismo y, algo más: la opción de ganar. Y ese es el principal problema de Pablo Casado en estos momentos: en el mejor de los casos, empata con Pedro Sánchez y la suma con Vox, que campa a sus anchas frente al frágil presidente del PP, no alcanza la mayoría absoluta. Y, con este mapa político, llegar a la Moncloa es muy difícil, ya que las minorías, llegado el caso, serán votos para el PSOE, no para la suma de PP y Vox.

Situadas así las cosas, la duda en estos momentos es tan solo una: ¿en qué momento Ayuso le hará el pulso a Casado?, ¿se apartará el presidente del PP? ¿renunciará la presidenta de la comunidad de Madrid a plantear batalla y se esperará disciplinadamente a que le llegue el momento? El Madrid mediático —de la derecha, claro— y empresarial está con Ayuso y no con el torpe Casado. También es verdad que estaban en su día con Rodrigo Rato y el ganador fue Rajoy. A Ayuso le empuja el establishment, Aznar, su asesor Miguel Ángel Rodríguez y, solo hace falta darse una vuelta por Madrid para certificar que el ayusismo no es ninguna broma. Imagino que debe ser lo más parecido a aquellos movimientos que no necesitan programa y que instalados en cuatro ideas permanentemente repetidas se encaraman a la cima.

En el caso de Ayuso no deja de ser sorprendente cómo se ha apoderado de la palabra libertad a partir de desoír todos los consejos de la comunidad científica. Ella contra la ciencia. Y, como si los muertos no importaran, gana.