Con la elección de los nuevos miembros del secretariado de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) se pone punto final a una etapa convulsa de la organización independentista. Ha sido un período de dos años, desde mayo de 2022, cuando se produjeron las elecciones anteriores, en que la ANC ha ido evolucionando más hacia una entidad divisoria que cohesionadora en el espacio independentista. Hay múltiples ejemplos de ello, desde la materialización de las Diadas del 11 de setiembre, hasta los intentos de elaborar una lista electoral para competir con los partidos políticos, revolucionando así su papel originario cuando fue creada en 2012.

En las próximas semanas se constituirá su nueva dirección y será entonces cuando conozcamos el rumbo que piensa seguir y si vuelve a ser la rótula que fue antaño y que, por ejemplo, hizo posible en 2017 que su presidente, Jordi Sànchez, fuera junto al de Òmnium, Jordi Cuixart, dos activistas imprescindibles en la preparación y organización del referéndum del 1 de octubre de 2017. Aquel papel de argamasa también sirvió para que su presidenta en 2015, Carme Forcadell, figurara en un lugar importante de la lista de Junts pel Sí en los comicios de 2015 y fuera propuesta para la presidencia del Parlament hasta su disolución por el gobierno de Mariano Rajoy —con el aval del PSOE— por el artículo 155 de la Constitución.

En esta nueva etapa, la ANC está obligada a reconectar con el conjunto del independentismo y volver a ser lo que fue antaño

Es cierto que desde aquel momento ha llovido mucho, tanto que la marea independentista de aquellos años ha dado paso a un batacazo importante en que la mayoría independentista de las diferentes legislaturas de esta década se ha evaporado en las recientes elecciones del 12 de mayo. Lo que en febrero de 2021 fueron unos resultados importantes de Esquerra Republicana (33 diputados), Junts per Catalunya (32) y CUP (9), sumando 72 asientos de los 135 posibles y el 52% de los votos, se ha pasado, hace ahora una semana, a 59 parlamentarios, consecuencia del retroceso de ERC (20) y la CUP (4). Solo Junts ha resistido con el dígito 3 encabezando su número de 35 diputados.

Aunque el más votado no tiene por qué ser el nuevo presidente de la ANC, es muy posible que el cantautor Lluís Llach (3.268 votos), que ha ganado las elecciones, se haga con el cargo, al que obviamente aspira. Por detrás de él han quedado, por este orden, el exvicepresidente del Parlament Josep Costa (3.105), el exdiputado Julià de Jòdar (2.240), Toni Strubell (2.103), Josep Cruanyes (2.060) y Jordi Pesarrodona (2.017), entre otros. En esta nueva etapa, la ANC está obligada a reconectar con el conjunto del independentismo y volver a ser lo que fue antaño. Esforzarse en recoser puentes y estrategias más que en romperlos.