El cofundador de Wallapop, Miguel Vicente era uno de los ponentes en tecnología y economía más esperados en la XXXII edición del Cercle d'Economia y su estreno ha ido ligado a una referencia cinematográfica y una novedad empresarial. Inicialmente, Vicente ha animado a emprender y a innovar recordando una escena de la película Matrix en la que su protagonista Neo tiene que escoger entre la pastilla azul y la roja. La primera representa el trabajo en una multinacional con una nómina a final de mes y vacaciones pagadas mientras que la segunda es "no saber si tu empresa seguirá existiendo después de 3 meses."

Vicente que escogió la pastilla roja al dejar su cargo directivo y adentrarse en la aventura de LetsBonus para luego crear la innovadora empresa de economía colaborativa Wallapop ha anticipado que realizará "pruebas de monetización" en algunas ciudades con el objetivo de rentabilizar su producto y ofrecer más visibilidad a los usuarios que más paguen. Se trata de la primera entrada de ingresos de la compañía de ventas de segunda mano entre particulares.

"Si quieres vender antes tu producto, pagas un poquito para que esté destacado en el inventario de ventas de Wallapop", ha sintetizado el cofundador de Wallapop.

Barcelona, centro de nuevas tecnologías

En su análisis de nuevas pautas de consumo e innovación empresarial, Vicente ha remarcado el posicionamiento de Barcelona como centro neurálgico de negocios en nuevas tecnologías a la vez que ha alertado del "déficit de talento en equipos técnicos" surgido de la fuerte competencia empresarial existente en el sector. Y es que a pesar del nivel de paro en España, el cofundador de Wallapop ha explicado Barcelona se ha visto obligada a atraer talento extranjero.

La causa no es otra que la división entre formación universitaria y emprendimiento que limita la creación de proyectos innovadores entre jóvenes así como el gran volumen de proyectos del ámbito mobile. Una tarea pendiente en capital humano que no ha impedido que Barcelona se haya convertido en un referente internacional en atracción de financiación extranjera a la espera de que la regulación no solo restrinja sino que impulse la proliferación de las nuevas tecnologías en la capital catalana.