Tras tres meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus, son muchas las empresas que se han visto obligadas a instaurar el teletrabajo. O un sucedáneo de este, ya que, cómo recuerdan a menudo a los sindicatos, "teletrabajar no quiere decir trabajar desde casa y estar conectado 24 horas al día". El teletrabajo se ha instaurado a marchas forzadas por pura supervivencia empresarial, pero llegados al punto de la desescalada, los agentes sociales evidencian la necesidad de regular esta práctica, que en muchos casos parece que ha llegado para quedarse. Eso sí, no a cualquier precio. ¿Cómo tiene que ser el teletrabajo postpandemia?

Según datos de la patronal Pimec, antes de la pandemia sólo un 3,2% de las empresas catalanas ponían en práctica el teletrabajo, una cifra que se ha disparado de manera excepcional con el confinamiento. El problema, según la directora de Relaciones Laborales de Pimec, Elena de la Campa, es que "lo que se ha hecho no es exactamente teletrabajo, sino una medida de supervivencia, pero el teletrabajo no es trabajar con los niños en casa o con medios que no son los indicados. Se ha hecho de manera improvisada, y hay que regularlo".

Con todo, cuesta entender que el teletrabajo fuera hasta ahora una práctica tan impensable para la gran mayoría de las empresas. De la Campa explica que principalmente es un tema cultural y que hace falta "un cambio de chip", dejar de lado el presencialismo y mejorar la confianza entre empresa y trabajador. Hasta ahora, "la empresa era reticente al teletrabajo por dos motivos: el miedo de no controlar a sus trabajadores y también el gasto inicial que haría falta en material como ordenadores, teléfonos, sillas... Ahora con el confinamiento eso se ha superado y ya no hay estos miedos. Por lo tanto es el momento de regularlo", dice De la Campa.

El retraso regulatorio en España

España, sin embargo, es de los países más conservadores de la Unión Europea en el ámbito laboral, y el más retrasado en materia reguladora para el teletrabajo. De esta manera, supone un problema determinar quién tiene que cubrir los gastos del material o cuáles son las horas de trabajo y como se controlan, entre otros condicionantes. Ha hecho falta una pandemia para que el Gobierno se plantee que tendrá que reformar su normativa para introducir el teletrabajo, motivo por el cual abrió una consulta pública sobre la futura ley, que se cerró el 22 de junio. "Es una buena iniciativa", asevera De la Campa, "el teletrabajo tiene que estar regulado y es una oportunidad para no dejar perder una cosa que es muy beneficiosa", pero "creemos que se tendría que haber hecho con diálogo social".

Lo que claro está es que España va tarde, y empieza a debatir ahora como hacer este anteproyecto de ley. Otros países de la Unión Europea, como por ejemplo Bélgica, tienen contemplado el teletrabajo en su marco regulatorio desde el 2014, y en marzo del 2020 con la obligación de confinarse, el gobierno belga fijó un pago de 127 euros mensuales con el fin de compensar a los empleados los gastos adicionals de luz, calefacción o electricidad que comportaba el hecho de trabajar desde casa. Francia es otro ejemplo, dónde la Seguridad Social ha establecido un pago a tanto alzado y exento de cotización de un máximo de 50 euros en el mes, en función de los días que se haga teletrabajo.

Todos estos ejemplos son impensables hoy por hoy en España, que ha abierto el melón de la regulación tarde, y la ministra portavoz María Jesús Montero aseveraba este viernes que "se tiene que regular una nueva normalidad que ha venido para quedarse. Hay cambios que se han acelerado con el confinamiento, y uno de estos es el teletrabajo. Pero sería prematuro que el Gobierno haga valoraciones al respecto ahora". Si bien el cierto es que hoy por hoy este anteproyecto de ley está muy verde, se han ido filtrando algunos ítems del que podría acabar aprobándose, como el hecho de que será la empresa quien tendrá que pagar todos los gastos del teletrabajo y estará obligada a pactar por escrito el horario con el trabajador, según adelantaba hace unos días el diario El País.

Lo más urgente, según los expertos, es pactar los gastos y el horario. Desde Pimec aseveran que hay muchas opciones y que "se pueden pactar formulas mixtas, como el teletrabajo parcial, que es el que aconsejamos nosotros para no perder el contacto humano. También se podría teletrabajar sólo unas horas al día o algunos días a la semana", dice a la directora de Relaciones Laborales. Pero no hay que olvidar la norma del registro horario, que se tiene que cumplir y "sigue siendo obligatorio; la persona que teletrabaja también tiene que fichar con el sistema que sea", dice de la Campa.

Con todo, los agentes sociales han ido diciendo la suya y afloran los primeros miedos. La patronal española por excelencia, la CEOE, ha iniciado la polémica esta semana, avisando de que es positivo regular el teletrabajo pero que "hace falta ir con cuidado porque con condiciones imposibles acabará saliendo más a cuenta contratar fuera del país". El Gobierno no ha querido opinar sobre esta cuestión, y la institución presidida por Antonio Garamendi presiona para aflojar los tempos y "no ir tan rápido" a hacer esta ley. "Si tengo que contratar y se me ponen condiciones imposibles y que no pueda gestionar en mi plantilla, mañana puedo contratar en Portugal... El mundo es global y la digitalización es global, hace falta ir con cuidado", alertaba. Unas palabras que fueron muy criticadas por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que considera que Garamendi "no se ha estudiado bien el anteproyecto" porque "parece que apele al dumping entre países".

Por el contrario, los sindicatos presionan en sentido contrario, denunciante continuamente comportamientos abusivos a los trabajadores y la necesidad de una regulación "como antes mejor". Desde el sindicato UGT, epr ejemplo, reclaman una regulación por convenio, asegurando que "no podemos permitir que los empresarios aprovechen la oportunidad para imponer el teletrabajo como medio para ahorrar en costes a costa de los trabajadores, socavando sus condiciones de trabajo y vulnerando el derecho a la desconexión digital", alertan.

El teletrabajo gusta

Aunque algunos no han tenido una buena experiencia trabajando desde casa, principalmente por la situación difícilmente compaginable de hacer trabajo con niños o personas dependientes en casa, la gran mayoría de trabajadores catalanes apuesta por implementar más opciones de teletrabajo, según un informe publicado este jueves por Eada. De hecho, hasta el 80% de los trabajadores y el 72% de las trabajadoras encuestados están a favor de hacerlo, después de la experiencia que se ha tenido durante la crisis del coronavirus.

El informe también señala que la implantación del teletrabajo durante el confinamiento ha supuesto un aumento de la jornada laboral para el 80% de los encuestados. Por eso, Eada defiende establecer medidas de conciliación, con límites horarios para acceder al correo y teléfono de empresa y momentos de transición entre la actividad profesional y la familiar.

Lo mismo se desprende del último CEO, que asevera que el 88% de los catalanes que han hecho teletrabajo durante el confinamiento lo avalan como fórmula de trabajo cuando acabe el estado de alarma, si bien un 61,4% considera que se tiene que compaginar con trabajo presencial y un 26,6% quiere seguir trabajando a distancia totalmente.

De hecho, según el Banco de España, hasta un 60% de los trabajadores cualificados podrían teletrabajar. Según explica De la Campa, a pesar de las reticencias iniciales, "teletrabajar conlleva muchos beneficios económicos: reduce el absentismo, se trabaja el compromiso empresa-trabajador, reduce los gastos de la infraestructura de la empresa...". Con todo, lo que es evidente es que hacen falta una cultura empresarial más moderna y una ley que regule qué quiere decir teletrabajar, sin olvidar la conciliación -que no quiere decir estar en casa-, el derecho a vacaciones, los gastos en instrumentos laborales y un horario pactado.