Ya está. Costaría, 2.400 millones de euros, un 25% más que el proyecto de Aena, pero resolvería la ampliación del aeropuerto del Prat sin afectar a El Remolar y La Ricarda, espacios protegidos por la red Natura 2000 de la Unión Europea. Se trata de una pista de 3.400 metros sobre el mar, a unos dos kilómetros de la costa, conectada al aeropuerto por "una plataforma". Esta es la idea que trompetea este sábado la portada de La Vanguardia. Lo hace con un entusiasmo tan desbordante y adolescente que ni se ha leído su misma información sobre el proyecto. Además de ser mucho más caro, dice el diario, es dudosa su adecuación a las regulaciones de seguridad de la UE —ahí es nada— y se desconoce el alcance del impacto ambiental sobre el litoral y el fondo marino. Tampoco explica con mucho rigor quién la promueve. Solo dice que es iniciativa "de una consultora" y del ingeniero y sportsman Joaquim Coello, presidente del Port de Barcelona del primer Govern tripartito y uno de los intermediarios fracasados entre Puigdemont y Rajoy en octubre del 2017.

El diario está tan animado con la idea de la ampliación sobre el mar que este viernes ya alertaba en una página que las alternativas sufren serios problemas técnicos, y este sábado le da aire hasta en un editorial, donde afirma, claro, que "solucionaría las limitaciones que tienen otras propuestas". También publica un gráfico que muestra la nueva pista conectada al continente por un vial y basta, como si los aviones no hubieran de menester de zonas y de edificios de mantenimiento, carga de combustible, limpieza y el resto de servicios que requieren los aviones que vuelan rutas intercontinentales —y su pasaje. Es decir, se trata de alguna cosa más que una pista sobre unos pilones. La idea evoca los inventos del profesor Franz de Copenhague que publicaba el TBO —como el Raja-rápid y el coche sin gasolina de la ilustración— pero sin la gracia de los dibujos de Nit, Sabatés o Benejam.

Las portadas de este sábado incluyen también varias noticias sobre la guerra de Putin en Ucrania que, sumadas, componen un cuadro inquietante. Putin lanzó el viernes otro ataque masivo con misiles contra civiles ucranianos en respuesta a la gira del presidente Volodímir Zelenski por la UE (según La Razón y Ara) o "como preludio de la gran ofensiva" (según El Mundo). Al mismo tiempo, ha decidido recortar la producción de petróleo "para castigar a Europa" (según El Periódico), mientras la economía rusa ya nota los efectos de las sanciones (según El País), cosa que puede desesperar más al autócrata de Moscú. Pinta fatal.

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