Menudo título lleva El Mundo: "Vox admite que su ala derecha no entiende la moción de Tamames". "Ala derecha" se define en un subtítulo como "las bases más ideologizadas del partido". Parece una portada hecha para un programa satírico —quizá alguno tendrá imaginación y tiempo para el gag, que podría ser el debate de la moción de censura entre "el ala derecha" y "el ala izquierda". El caso es que los jefes de redacción del tabloide ultra han pensado que aquel título es una explicación que sus lectores entenderán. Es una señal de que ya han interiorizado tanto la homologación de Vox como un partido del sistema que ni se dan cuenta de lo que escriben. Blanquear a Vox ya es un automatismo del diario. ¿Si hay un sector derechista, el otro u otros sectores, qué son? ¿Moderados? ¿Liberales? ¿Centristas? ¿Izquierdistas? ¿Populistas? ¿Conservadores? Con más vergüenza y menos pereza habrían podido aprender de la división de los partidos comunistas europeos en los años 1980 del siglo XX, cuando se utilizaban las expresiones "prosoviéticas" y "eurocomunistas" —con algunas variantes menos relevantes que ahora sería largo de explicar— porque sería de risa designarlos como "comunistas de derechas" y "comunistas de izquierdas".

Casi todas las portadas informan en varios grados de populismo de la bancarrota de dos bancos de los Estados Unidos. El casinete financiero tiembla. La Razón aprovecha para asustar, como El Periódico y Ara, con unos títulos dramáticos, exagerados, aludiendo a la repetición de la crisis de 2008. El País se queda cerca con ese "desata el miedo en los mercados" y La Vanguardia, sagaz, se explica con una matrioska conceptual tan alambicada ("acusan el miedo del contagio por el colapso") que inquieta, pues no sabes si te hablan de una nueva serie de terror, de otra emergencia sanitaria o de un terremoto más. Miedo, contagio, colapso. Para hacerte estallar la cabeza. Leyendo esos títulos, más de uno debe estar recogiendo provisiones y preparando un refugio donde esconderse y sobrevivir al miedo, al contagio, al colapso, al pánico, al fantasma del 2008, etcétera.

No hay para tanto, de momento. El domingo, el gobierno federal ya tomó medidas para asegurarse de que los depositantes tengan acceso a sus fondos tras del repentino colapso del Silicon Valley Bank (SVB) y del Signature Bank. SVB es el mayor banco fallido desde 2008. Signature, que atendía a inversores de criptomoneda, cerró el domingo. Ambos bancos fracasaron porque dependían demasiado de la industria tecnológica —ahora muy exigida por los mercados financieros— y no han podido competir para obtener dinero en un mercado que ofrece tipos de interés más altos. La mayoría de los expertos dicen que es poco probable un colapso financiero generalizado. Los demócratas piden ahora endurecer las restricciones a los bancos pequeños y medios, debilitadas durante la presidencia de Donald Trump.

¿Por qué esos títulos tan teatrales y aparatosos? Porque a los diarios nos encanta pulsar las cuerdas de la ira y del miedo para llamar la atención y atrapar el interés de la gente. Funciona, hay unos cuantos estudios que lo prueban. Este martes, sin embargo, sorprende que ningún diario haya decidido abrir con las palabras del presidente de los EE. UU., Joe Biden, que ha sido muy claro: la autoridad financiera ha tomado el control de los dos bancos, ha despedido a sus directivos y busca compradores en pública subasta. También ha asegurado que los contribuyentes no asumirán ningún tipo de pérdidas. Tampoco se rescatará a los inversores, que lo han perdido todo: "Hicieron una apuesta conociendo el riesgo y la perdieron. El capitalismo va de eso", ha dicho Biden. Qué diferencia con otros países, tú.

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