Teresa Jordà i Roura (Ripoll, 1974) es la consellera de Agricultura, Ramadería, Pesca y Alimentación de la Generalitat. El verano ha dejado temas candentes para el Departamento, desde las pugnas en el sector del cava y la problemática de los bajos precios de la uva, hasta las huelgas en el sector de la avellana y los trágicos incendios en La Ribera d'Ebre de este año. Según Jordà, sociedad y gobiernos deben tomar conciencia de la importancia del sector primario y defiende que "la infraestructura de regadío es igual de importante que la L9 del metro". Además, critica que se señale el independentismo por los problemas del sector del cava y los bajos precios de la uva.

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Hace unos días el ministro de Agricultura, Luis Planas, culpó al independentismo de los problemas del sector del cava. ¿Cómo responde a estas acusaciones?
Es una broma de mal gusto porque no tiene absolutamente nada que ver. Estamos en precampaña electoral y en esta situación algunos se permiten decir burradas que no se tenían que decir. En cualquier caso, recibimos la carta del ministro respondiendo a una demanda que le hacíamos desde la conselleria después de la cumbre de finales de agosto, y la buena noticia es que en el último Consejo de Ministros explicaban que ya no utilizarían más plantaciones o replantaciones de viña en el resto de comunidades autónomas, que al final es lo que le pedíamos al ministro.

Dejémonos de boicots y empecemos a revalorizar el producto, que es la clave y la solución al problema

Es cierto que en la carta él dice que este no puede ser el único motivo de estos mínimos irrisorios de los precios de la uva, que son injustos y patéticos, pero a partir de aquí se trata de encontrar foros para discutirlo con él. Pero señalar al independentismo me parece una broma de mal gusto y yo no hice ningún caso, ni siquiera se la respondí porque me parece que forma parte del juego electoral.

¿Todavía podemos hablar de boicot al cava catalán?
La historia de la DO Cava tiene muchos episodios y en algún momento había habido un boicot, pero ahora mismo yo creo que no se puede hablar de ningún tipo de boicot y va mucho más allá de temas políticos, nacionalistas e independentistas. La DO Cava sufre un mal endémico, y tanto el sector de los productores y los elaboradores, así como el mismo Consejo Regulador y la Administración, sabemos que todo pasa por hacer una transición y sacudirlo todo. Este año se ha producido la tormenta perfecta en la que había excedente, nuevas plantaciones, etcétera. Pero nos han sucedido varias cosas: nos hemos encontrado con mucho stock y el precio de la uva ha caído; también cabe decirlo, porque una de las grandes empresas acaba marcando el precio –sin querer marcarlo, pero lo hace–, y ya está. Es evidente que todos los eslabones de la cadena sabían que podía pasar eso, ha pasado y lo que tenemos que procurar ahora es que no vuelva a pasar nunca más. Es decir que dejémonos de boicots y empecemos a revalorizar el producto, que esta es la clave y sin duda la solución, porque sabemos hacer buen producto y tenemos que saber venderlo bien.

Dice que hay que revalorizar el producto. ¿Cómo se hace?
De entrada no encontrando la mayoría de cavas en el supermercado a 2 euros, y segmentando. Justamente el plan estratégico del Consejo Regulador del Cava lo que está trabajando, y que nosotros exigimos, es una segmentación y una zonificación. Eso es bueno porque quiere decir que hay un abanico de producto, todo el mundo tiene que poder acceder al cava pero no todo el mundo tiene el mismo poder adquisitivo. Eso es una cosa. Ahora bien, que la gran mayoría de producto o la gran cantidad de botellas que se venden del cava que sale de este país sea low cost, no nos parece que sea la manera.

La prueba es que aquellos que hacen una calidad muy significativa, como por ejemplo Corpinnat, salen de la DO Cava justamente porque hace tiempo que piden esta dignificación. Es más, mucha gente que también hace cava y sigue estando en la DO Cava también reivindican esta revalorización del producto.

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Las DO que tenemos en el mundo del vino nos han traído grandes éxitos; con el cava no tendría que ser diferente

Ahora comentaba la salida de Corpinnat de la DO Cava. ¿Cómo lo valora?
Las cosas no pasan porque sí. Corpinnat hacía tiempo que lo avisaba y el Consejo Regulador, que estaba formado por otros miembros en el momento en que se movió todo este debate, pareció que no atendía a las demandas de una serie de elaboradores y productores de cava. Es una decisión empresarial que nosotros no podemos aplaudir porque yo creo que siempre es más fácil unir esfuerzos, pero a pesar de eso, entiendo el porqué lo han hecho. Y ahora se trata de hacerlo muy bien dentro la DO y quizás las cosas vuelvan a buen puerto. En cualquier caso, ellos valoran el producto y entienden que la fórmula no estaba dentro la DO y se marchan en el momento que consideran que se tienen que marchar. Nosotros no podemos hacer otra cosa que respetarlo, pero es verdad que el paraguas de las DO que tenemos en el mundo vitivinícola nos han traído grandes éxitos y pensamos que con el cava no tendría que ser diferente si hacemos las cosas bien, y eso pasa por que el Consejo Regulador tenga muy claro cuál es el plan estratégico, qué quiere ser de mayor y seamos capaces de vender este producto tan nuestro como se merece.

Corpinnat y la DO Penedès quieren formar otra DO.
Sí, tenemos una reunión pendiente. Nos llegó la noticia a través de los medios de comunicación pero ellos todavía no han venido a verbalizarlo aunque tenemos una reunión pedida, pero de momento no puedo pronunciarme demasiado porque lo he leído todo por la prensa y sería imprudente.

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Cuando hablamos de producto hablamos de país, paisaje... No sé si desde Alemania o EE. UU. se puede hacer con la misma intensidad

La emblemática Freixenet fue comprada por la alemana Henkell. Codorníu ha pasado a manos del fondo norteamericano Carlyle. ¿Cómo afecta eso al sector?
Afecta mucho porque hay una parte muy importante en el buen producto, que es la proximidad y la responsabilidad social de estas empresas y lo relacionamos con el paisaje y el Penedès, donde grandes familias de generación en generación han producido cava y eso ha formado una estirpe. Cuando eso se pierde por la cuestión que sea y entran fondos de inversión, se podría entender que los intereses legítimos son otros. Este plus de responsabilidad social se podría poner más o menos en duda, no lo sé. En cualquier caso, cuando hablamos de producto –cava o vino– hablamos de territorio, de país, de campesinado, de paisaje, de historia; es un valor añadido, va dentro de la botella... No sé si desde Alemania o los Estados Unidos se vive con la misma intensidad.

Y más si es low cost...
En un cava de 1,5 euros es difícil que quepan demasiadas cosas dentro de la botella, o las cosas suficientes que tendría que haber. Seguramente Henkell tiene unos principios empresariales muy legítimos pero en la distancia se pierden cosas.

Aparte del cava, el sector de la avellana también vive un momento difícil. ¿Qué está pasando?
El sector de la avellana es un sector muy reivindicativo y justamente el año pasado hubo muy mala cosecha. Eso suele pasar en la agricultura cuando se juntan varios factores como el precio de la avellana en Turquía, una mala cosecha y otras cosas, hace que todo explosione. Fruto de este momento concreto nos sentamos aquí en la conselleria y sacamos un estudio de la época de la consellera Serret que era un plan de revalorización de la avellana, que explicaba que la avellana de Reus tenía mucho campo para correr pero había que ponerla en valor. Hablamos con ellos para hacerles entender que lo que hace falta es poner en marcha este plan estratégico, no solo dar ayudas directas.

¿Por lo tanto, las ayudas directas no forman parte de su plan a largo plazo?
Hay que empezar a cambiar un poco el paradigma con todos los sectores que pertenecen a esta conselleria. Las ayudas directas a veces se tienen que hacer porque pasan cosas, pero a veces se trata de males endémicos y sólo sirven para poner una tirita. No hace falta que demos pescado, hace falta que cojamos las mejores cañas del mercado y aprendemos a pescar. En este caso de la avellana propusimos poner a dos personas especialistas en el territorio y que implementaran el plan estratégico desde allí, estuvieron de acuerdo y ahora estamos trabajando. El sector de la avellana, respecto de la Administración, no puede estar nada quejumbroso. Lo que tenemos que hacer todos es sacar adelante este esfuerzo común.

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Debemos entender que el regadío es una estructura de Estado, y es igual de importante que la L9 del metro

Otro de los temas candentes son los incendios de La Ribera d'Ebre de este verano. ¿Qué se puede hacer desde la Administración para intentar evitar estos desastres?
Haciendo lo que no se ha hecho hasta ahora. Entendiendo que el territorio se tiene que gestionar y que los que lo hacen mejor son los campesinos y ganaderos, y eso quiere decir tener en cuenta que es verdad que en el 90% del país vive poca gente, pero es el 90% del país. Y tenemos que ser capaces de entender que el regadío es una infraestructura de estado que ayuda a que la tierra sea más productiva, ayuda a acuñar gente en el territorio, ayuda a que las comarcas sean dinámicas y haya oportunidades. En definitiva, es igual de importante que la línea 9 del metro.

Lo que hace falta, pues, es priorizar el sector primario tanto como los otros.
Sí. Si no somos capaces de entender que las infraestructuras de regadío son una estructura de estado y son importantísimas, no saldremos adelante. Y eso quiere decir tener los territorios preparados porque Catalunya tiene un clima mediterráneo donde los incendios son inherentes. Y siempre se nos quemará una parte del país. Ahora ha tocado el sur, otro día tocará el Empordà, otro día la Catalunya central, y tenemos que estar preparados. No puede ser que bajemos al Ebre y nos demos cuenta de que donde se ha quemado más es donde estaba más dejado, eso quiere decir que si hubiéramos tenido las franjas correspondientes, los caminos más arreglados, los bosques más limpios, olivos de regadío y no tanto de secano, etcétera, lo habríamos salvado bastante más. Por lo tanto, hay que hacer medidas para abordar la inmediatez del desastre, pero también hay que hacer cosas para que cuando eso vuelva a pasar dentro de 20 años, los efectos no sean 5.000 hectáreas, sean 500.

¿Los afectados de los incendios todavía piden ayudas?
Creo que ahora mismo estoy en condición de decir que los afectados de los incendios están bastante contentos y al mismo tiempo atentos con las acciones que hacemos desde el Departamento de Agricultura, y en extensión el gobierno del país. Siempre todo es mejorable pero creo que el Departamento ha estado extremadamente a la altura desde el primer momento; todavía estaba humeando el incendio de la Torre de l'Espanyol que nosotros ya bajamos allí con un primer paquete de medidas, que rondaban los 11,5 millones de euros y que básicamente era una línea de crédito con unas condiciones inmejorables, entre otras cosas. A nosotros lo que menos nos interesa es que el campesino abandone, porque si abandona no nos está ayudando en la aplicación de medidas, porque al fin y al cabo ellos son los que cuidan el territorio.