Uno de los objetivos de Pedro Sánchez al entrar en la Moncloa, o como mínimo eso es lo que se desprende de todo lo que va diciendo en los últimos años, es equiparar España en los países punteros europeos en todos los sentidos. Uno de los motores de este cambio tiene que ser el poder adquisitivo de las familias, y por lo tanto también los salarios.

Es por eso que de forma más o menos rápida, Sánchez, y su gobierno, ha trabajado para, poco a poco, ir subiendo el salario mínimo, confiando en que así el resto de salarios se revalorizarán en la misma medida. Ahora bien, de momento estos aumentos, a pesar de que necesarios, parecen ridículos si los comparamos con los países punteros en Europa, es decir los del Norte del continente.

Un ejemplo fácil, si comparamos con Francia, el salario medio anual de un francés es de 38.188 euros, más de 3.000 euros brutos al mes (si contamos que no hay pagas dobles), cuando en España este salario medio es de 26.934 euros anuales. El mismo pasa con el salario mínimo, mientras en Francia es de 1.554 euros mensuales, en España a duras penas supera los 1.100 euros (a 12 pagas), y este no es la diferencia más abismal, porque efectivamente, entre la España actual y la que espera al presidente Sánchez, hay un abismo.

La Europa de los tres bloques

De hecho, simplificando, podríamos decir que en Europa encontramos tres grupos de países, los abanderados, donde Francia se encuentra en la cola, los que se encuentran entre dos aguas, donde encontramos España, y los Estados que hay en la cola, donde encontraríamos, por ejemplo en Polonia.

Nos fijaremos en los dos primeros, ya que España buscar pasar del segundo al primero y considerarse así una de las grandes economías europeas, aunque en volumen (PIB) España es la cuarta economía de la UE. Eso es, en gran parte, gracias al hecho que es un país mucho mayor que el resto, un problema que también tiene Italia, que está en una situación muy parecida.

Para empezar, lo que ya hemos dicho, España tendría que aumentar, por término medio, los salarios de sus trabajadores en más de 10.000 euros, desde los 26.900 euros actuales hasta los 38.188 euros que cobran los franceses. Pero desde allí también quedaría un largo camino para recorrer si queremos también ser un país puntero en salarios, hecho que haría aumentar el nivel de vida de forma considerable.

I es que, uno de los países a quienes siempre nos queremos comprar es el Reino Unido, pero, claro está, por término medio los británicos cobran 46.990 euros anuales. Y solo son el 10º país con mejores salarios, por encima podríamos encontrar Alemania (52.104 €), Países Bajos (54.843 €), Noruega (58.508 €), Dinamarca (58.637 €), Islandia (59.800 €) y Suiza (81.609 €), el país con mejores salarios del mundo.

Eso, los salarios españoles tampoco son los peores del continente y se encuentran incluso lejos de alguno de los países con los cuales nos han comprado en los últimos años como Grecia (21.139 €), Portugal (19.478) o Eslovenia (20.424).

Los salarios mínimos en Europa

La otra manera de comprobar el mismo hecho es a través del salario mínimo, aunque en este caso hay países donde no está estipulado por ley y, por lo tanto no se puede comprar. Dentro de este grupo de países sin SMI encontramos en los países nórdicos o Italia.

Ahora bien si miramos a España el salario mínimo a 12 pagas, es decir sin pagas extras, es de 1.108,3 euros al mes, otra vez por encima de la media europea, pero muy por detrás de lo que aspira. Si volvemos a comprar con Francia, allí, como mínimo, los trabajadores cobran 1.554,6 euros en el mes.

De hecho, como se ve en el gráfico la dinámica es más o menos la misma que con los salarios medios. Ahora bien, lo que más sorprende es que los países sin salarios mínimos, por lo tanto donde se podría pagar mucho menos a los trabajadores, están, en su mayoría, los que pagan mejor, como los casos de Noruega, Islandia o Dinamarca. El caso de Suiza es diferente, ya que solo tres lados tienen fijado un salario mínimo, no el país entero.

En definitiva, vemos como el mal denominado gobierno más progresista de la historia, como mínimo con respecto a los salarios, de momento lo está intentando, pero todavía está mucho de aquello que dicen sus palabras e intenciones.