Más de 362 metros de eslora, 66 de manguera, 72 metros de altura –el equivalente a un edificio de 20 pisos desde la línea de flotación–, un peso bruto de 227.000 toneladas y una capacidad de prácticamente 9.000 personas, de las cuales 6.410 pueden ser pasajeros y 2.300, miembros de la tripulación. Esta es la carta de presentación con las vertiginosas cifras de lo que actualmente es el mayor crucero del mundo, el Harmony of the Seas que tiene Barcelona como puerto base de los cruceros en el Mediterráneo. Pero esta vez, la novedad no son tanto el gigante del mar o el Norwegian Epic –su hermano pequeño– que al fin y al cabo no dejan de ser nunca noticia sino las prácticamente 42.000 personas que están desembarcando de una flota de 10 cruceros en el Port de Barcelona durante este fin de semana.

Más concretamente, este domingo hacen escala en la capital catalana 27.210 pasajeros, una cifra muy cercana al actual récord de cruceristas de este 2016 que data del pasado 3 de julio donde se registraron 27.900 pasajeros. Se trata de una de "las mayores concentraciones de todo el año" según ha asegurado el concejal de Ciudadanos en el Ajuntament, Koldo Blanco, justo antes de pedir al consistorio encabezado por Ada Colau que "gestione correctamente la distribución de los turistas por la ciudad para evitar problemas de movilidad o seguridad en los espacios públicos". Y es que a pesar de suponer un gran "estímulo económico" para la ciudad, conviene gestionar correctamente la afluencia de turistas.

La gran mayoría de cruceros está de paso en Barcelona con una estancia media de unas 10 horas. Tiempo suficiente para que los cruceristas inunden sin prisa pero tampoco sin pausa los lugares más emblemáticos de la ciudad. Desde el inacabable patrimonio arquitectónico de Gaudí hasta las fuentes de Montjuïc, pasando por el Barri Gòtic, la Boqueria o Plaça Catalunya, entre muchos otros. Y a todo ello, todavía falta esperar al 11 de septiembre cuando coincidiendo con la Diada, lleguen 28.110 cruceristas a Barcelona.

Riviera i Zenith en el Port de Tarragona

El Port de Tarragona también está teniendo un fin de semana a velocidad de crucero. Más concretamente, en torno a 3.000 cruceristas llegan de sábado al lunes a bordo de las embarcaciones del Riviera con 1.250 pasajeros, principalmente norteamericanos y el Zenith, con 1.828 pasajeros. El primero es un crucero de lujo con 23 suites, 564 camarotes con balcón, 20 con ventana y 18 interiores. Y ambos vienen de Francia y al cabo de 12 horas, se marchan hacia las Illes Balears.

En uno de los últimos estudios sobre la actividad de los cruceros y su impacto en varios sectores clave de la economía catalana, se cifra la actividad con el Port de Barcelona y el Port de Tarragona al frente, con 786 millones de facturación anual, lo que representa 413,2 millones de aportación al PIB catalán. En la presentación de este mismo informe, la concejala de Ciutat Vella –una de las zonas más directamente afectadas por el turismo–, Gala Pin aseguraba que desde el Ajuntament de Barcelona se quiere impulsar un turismo sostenible. O en otras palabras, se quiere replantear y cuestionar los cruceros como modelo turístico de calidad. "No matemos la gallina de los huevos de oro", añadía. Y a cada fin de semana veraniego que pasa, la gallina pone un huevo mayor y todavía más dorado.