La compra del Banco Popular por parte del Banco Santander pone fin a las inquietudes de los clientes de la entidad adquirida. Ahora bien, la operación crea mucha inquietud entre los trabajadores del Popular, ya que temen que ponga en peligro sus empleos. La presidenta del Santander, Ana Botín, quiso tranquilizar a los empleados del Popular asegurando que el Santander "tiene experiencia en este tipo de operaciones". Ya se ha confirmado que durante un tiempo las sucursales del Popular continuarán abiertas con su propio personal. El responsable del Santander España, Rami Abhoukair, también quiso enviar un mensaje para reconfortar a los empleados de la entidad comprada asegurándoles que ahora pasaban a formar parte del Santander. En realidad, Abhoukair considera que es un reto básico para el Santander mantener a la clientela del Popular, y por eso es clave que los trabajadores procedentes de esta entidad contribuyen en el proceso de fusión.

Los sindicatos, contra la operación

Los sindicatos han afirmado que habrían sido partidarios de que el Popular se mantuviera como una entidad independiente, y que si eso no fue posible fue por la pésima gestión de la entidad. Están seguros de que la fusión derivará en un importante ajuste de plantilla, ya que las dos entidades, juntas, suman 4.500 oficinas, algunas situadas en la misma área. El Popular tenía 10.600 trabajadores, y el Santander España, 23.000 (después de que, últimamente, salieran 2.500 empleados del Popular y 2.500 del Santander). Ya se han establecido los primeros contactos entre los sindicatos y los responsables del banco, pero se prevé que las negociaciones de los recortes sean largas. A pesar de todo, los directivos del banco ya han advertido que las fusiones acostumbran a afectar a los puestos de trabajo. Además de las protestas de los trabajadores, la adquisición también ha movilizado a los accionistas que han perdido su dinero, algunos de los cuales preparan demandas por estafa y por manipulación de cuentas.