El golpe sufrido por el Real Madrid ante el Celta ha dejado secuelas profundas. La derrota por 0-2, en un Santiago Bernabéu atónito, ha encendido todas las alarmas. El equipo de Xabi Alonso volvió a mostrar un rendimiento preocupante, sin ideas, sin respuestas y sin capacidad de reacción. Lo que parecía una recuperación tras la goleada en San Mamés se ha revelado como un simple espejismo. El Madrid ha perdido el pulso competitivo. Y lo ha hecho en el peor momento posible.
Los números hablan por sí solos. Son cinco tropiezos en los últimos siete encuentros. Cuatro en cinco partidos si solo tenemos en cuenta LaLiga. Y de tener una ventaja de cinco puntos tras el clásico, el conjunto blanco ha pasado a situarse cuatro por debajo del Barcelona. Un desplome que evidencia una crisis profunda. El equipo está falto de ritmo, intensidad y claridad. Se ve superado con facilidad. Y los rivales, como el Celta, lo saben. Lo explotan. Lo castigan.

El Real Madrid deja su imagen más lamentable en la derrota contra el Celta de Vigo
El partido del domingo fue una prueba evidente del caos. Dos expulsiones, la de Fran García y la de Carreras, dejaron al equipo blanco en inferioridad. La roja a Endrick, desde el banquillo, añadió más desconcierto. El Madrid terminó el encuentro con nueve futbolistas y sin capacidad de contestar a un rival que se movía con una fluidez ofensiva impropia de un equipo que lucha por la permanencia. La lesión de Militao, que podría dejar la defensa en cuadro, empeora la situación.
Todo esto ha colocado a Xabi Alonso en una posición límite. En el club existe un malestar creciente. Y la paciencia se agota. El ambiente interno es de urgencia. Nada se oculta ya. El propio presidente, Florentino Pérez, convocó una reunión inmediata en el Bernabéu tras el partido. Una reunión larga. Tensa. Con decisiones sobre la mesa. El coche del presidente fue el último en abandonar el estadio, una imagen inusual que confirma la gravedad del momento.
Examen final ante el Manchester City
La conclusión es que el duelo contra el Manchester City será el último examen de Xabi Alonso. Un últimátum en toda regla. Si el equipo no gana, o al menos no ofrece una imagen convincente, el entrenador será destituido. El riesgo es real. El margen, mínimo. El mensaje desde los despachos es contundente: o reacción inmediata, o final abrupto.

En el entorno del club ya se barajan nombres para sustituir al técnico vasco. El favorito es Zinedine Zidane, que podría emprender una tercera etapa en el banquillo blanco. Su figura genera consenso. Representa el control emocional, la gestión del vestuario y la estabilidad que ahora mismo no existe. La otra opción que gusta es Jürgen Klopp, símbolo de disciplina, carácter y exigencia. Dos perfiles distintos, pero con algo en común: ambos están considerados salvadores potenciales ante un escenario crítico.
Mientras tanto, Xabi Alonso se prepara para una noche que puede cambiar su destino. Pep Guardiola aparece como juez. Un técnico que lo sufrió como jugador cosiendo a patadas a los jugadores del Barça, y ahora podría ser quien precipite el final de su etapa en Madrid. El futuro del entrenador depende de 90 minutos. Un partido sin red de seguridad.