La muerte de Johan Cruyff marcó el último Barça-Madrid. Un cáncer de pulmón apagó la luz del genio holandés el pasado 24 de marzo. Más de 60.000 personas quisieron darle un último adiós en el Memorial que el club instaló en la puerta 14 de la tribuna del Camp Nou. Los actos coincidieron con la previa del Barça-Madrid. Un partido que empezó con un mosaico en honor al inventor del fútbol total.

El Barça buscaba homenajear una de las figuras más importantes de su historia con una victoria ante el eterno rival. Pero no lo consiguió. En un estadio lleno hasta la bandera, el equipo dejó escapar tres puntos que colaboraron a darle vida a un Madrid que parecía muerto y enterrado.

El partido, como acostumbra a pasar con algunos clásicos, tenía más nombres que fútbol. El Barça llegaba con la etiqueta de favorito, lo peor que puede pasar en un Clásico que no entiende de rachas ni dinámicas. A pesar de adelantarse gracias a un cabezazo de Piqué en la salida de un córner, los de Luis Enrique temblaron para acabar hundiéndose.

Después de una gran primera parte, al Barça se le acabó la gasolina y también las soluciones. El Madrid creció hasta arrinconar un equipo que evidenciaba los primeros síntomas de debilidad de la temporada. Benzema marcó el gol del empate con un remate acrobático y Cristiano Ronaldo, con un chute por debajo de las piernas de Claudio Bravo, cambió el signo del partido.

La derrota contra los blancos fue el primer paso para sumar cero puntos en tres partidos y desencadenar una pequeña crisis. La mala racha de resultados en la Liga obligó al Barça a luchar el título hasta la última jornada, desperdiciando así una ventaja de 12 puntos.