Después de que en la final de la Copa del Rey del año pasado se hizo famosa la imagen del entonces president, Artur Mas, que no conseguía reprimir una media sonrisa al lado de Felipe VI mientras tronaba en el estadio una espectacular pitada al himno español, este domingo sorprendió la enorme distancia que separaba al president, Carles Puigdemont, del monarca. Todo tiene, en principio, una explicación en el estricto protocolo de la Casa del Rey, pero también desde el Govern se expresó sorpresa por la situación.

De entrada, hay que recordar que la final del año pasado se celebró en el Camp Nou. Eso hizo que el president de la Generalitat, en su condición de representante del Estado en Catalunya y dado que no estaba el presidente del Gobierno español, fuera la persona a quien correspondía estar al lado del Rey.

No fue este el caso del domingo, cuando el partido se celebró en Madrid. Se quiso considerar que esto situava al ministro de Cultura, Iñigo Méndez de Vigo, por delante del president, lo cual no fue unánimemente compartido, como se hizo saber desde Catalunya a los responsables del protocolo.

Pero no sólo eso. Horas antes de la final se supo que la reina Letizia también había decidido asistir. Además, en contra de lo que es habitual, la Reina se situó a la derecha de Felipe VI y eso desplazó un lugar más al president.

La posición que ocupa cada uno está fijado por un estricto protocolo y la voluntad de la Federación de Fútbol era que se mantuviera un equilibrio. Teniendo en cuenta que, la pareja real se cuenta como una unidad, se consideró que el reparto era simétrico para los dos presidentes presentes, el catalán y la andaluza, Susana Díaz.

La simetría, se reproducía también en el resto de la hilera. Al lado de Puigdemont, se sentaba el presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, y a su lado la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El mismo esquema se repetía entre los representantes andaluces.

Contactos en el palco

Al llegar al estadio, el president Puigdemont se encontró con la alcaldesa de Barcelona acompañada de su homóloga madrileña, Manuela Carmena, que, según algunos de los presentes compartieron juntas la velada futbolística, y con las cuales tuvo un intercambio de impresiones. Acto seguido fue con la presidenta andaluza, Susana Díaz, con quien mantuvo una conversación discreta.

Puigdemont, que iba acompañado del delegado de la Generalitat en Madrid, Ferran Mascarell, se encontró en el Vicente Calderón también con caras conocidas, como el líder de Ciutadans, Albert Rivera, o la presidenta del PP catalán, Alícia Sánchez Camacho, acompañada de la delegada del Gobierno en Catalunya, María de los Llanos de Luna.

Quien brilló por su ausencia, a pesar de ser la persona más esperada y más citada en las conversaciones, fue la delegada del Gobierno español en Madrid, Concepción Dancausa.