En el vestuario del FC Barcelona lo tenían claro incluso antes de que se confirmara su salida: la marcha de Iñigo Martínez se iba a notar, y mucho. El central vasco puso rumbo al Al-Nassr este verano dejando atrás solo dos temporadas como azulgrana, pero lo suficiente para ganarse el respeto de jóvenes, veteranos y cuerpo técnico. Su liderazgo y su voz de mando en la zaga eran un activo que ahora el equipo echa de menos.
Un vacío difícil de llenar
Desde que arrancó el curso, la defensa del Barça ha mostrado fisuras que antes se corregían con la presencia de Iñigo. Pau Cubarsí, uno de los primeros en reconocer su influencia, confesó que al lado del vasco se sentía más cómodo, especialmente cuando debía jugar en el perfil derecho. Sin embargo, tras su salida, el joven central ha tenido que adaptarse al perfil zurdo, con resultados irregulares en las primeras jornadas.

Pedri, referente en el centro del campo, también había señalado en privado que perder a un líder como Iñigo sería un golpe para la plantilla. El canario, como otros pesos pesados, valoraba no solo su capacidad táctica y física, sino también su rol en el vestuario: siempre dispuesto a corregir, a animar y a sostener al grupo en los momentos de mayor tensión.
Flick busca alternativas
Hansi Flick ha intentado minimizar la ausencia del central probando distintas combinaciones en la zaga. Primero con Ronald Araujo y Cubarsí, luego dando entrada a Eric Garcia e incluso a Christensen, aunque ninguna dupla ha transmitido la seguridad que ofrecía Iñigo.
El problema es doble: no solo falta el perfil de central zurdo con experiencia, sino también la voz que ordenaba a la defensa. En campos complicados, como se vio en Vallecas o en el Ciutat de València, la zaga culé sufrió sin ese liderazgo.
Un referente en poco tiempo
Lo sorprendente es que Iñigo apenas necesitó dos temporadas para dejar huella. Llegó con dudas por sus lesiones y por el hecho de competir en un club de máxima exigencia, pero respondió con profesionalidad y carácter. Se adaptó rápido al sistema de Xavi primero y luego a las exigencias de Flick, hasta convertirse en un fijo cuando estaba disponible.

En el vestuario, tanto jóvenes como veteranos coinciden en que el vasco será recordado como uno de esos jugadores que, sin necesidad de ser estrella mediática, aportó muchísimo al grupo.
Lo que ya advirtieron Pedri, Cubarsí y compañía se confirma en el arranque de la temporada: Iñigo Martínez se echará de menos. El Barça ha perdido a un central experimentado y a un líder silencioso. Y ahora Flick tendrá que encontrar la manera de que esa ausencia no condicione demasiado a un equipo que aspira a todo.