El Barça actual está hecho a medida y a gusto de Luis Enrique Martínez, el entrenador que obtuvo la gloria con el triplete y que ha acabado sin creer en sus futbolistas. El asturiano ha hecho y ha deshecho los últimos años un modelo de juego que se ha acabado basando en el tridente y las transiciones. "Esta plantilla es la mejor que tengo desde que estoy en el Barça", decía a principios de temporada.

Del viejo Barça, el que dominaba con la posesión y tenía a Xavi Hernández y a Andrés Iniesta como pilares, ya no queda absolutamente nada. El equipo ya no es ganador y los planteamientos de los partidos no gustan a los futbolistas. Dos maneras de ver el fútbol y dos liderazgos: desde el banquillo y desde el campo. Pero la condena definitiva de los blaugrana fue en Turín, de nuevo después de revivir la pesadilla de París, cuando Luis Enrique aseguró que con el 3-0 contra la Juventus "me cuesta más creer en la remontada".

Si el entrenador no confía en sus futbolistas y si los futbolistas ya no creen en los planteamientos de su entrenador, no hay nada que hacer. Este Barça es un equipo de rachas y que vive de momentos efímeros de brillantez, pero también se difumina para mostrar sus carencias.

Europa sentencia

Manchester, París y Turín. Tres viajes por Europa que han ido hiriendo al Barça. Impotentes, nefastos y naufragando en cada gran desplazamiento en la Champions League, no hay excusa para justificar la irregularidad.

El 2017 está siendo un año desastroso. En la segunda parte de la temporada ya se han visto cinco derrotas y tres empates. Esta es la peor cara de un equipo frágil, desnortado y sin soluciones. Todos los rivales europeos importantes han puesto contra las cuerdas al Barça y han hecho ver la realidad escondida por los instantes de magia y los goles del tridente.

El campeón y dominador del fútbol italiano es uno de los grandes de Europa, finalista hace dos temporadas contra el Barça, pero rejuvenecido. Si los blaugrana mantienen la columna vertebral y la filosofía de la última década, los italianos se han renovado en sólo dos años.

La remontada del pasado 8 de marzo contra el PSG no se producirá contra la Juventus a no ser que aparezca el mejor tridente. Los italianos son un equipo muy sólido que sólo han encajado dos goles en nueve partidos esta temporada en la Champions y que llevan 22 partidos consecutivos sin perder en Europa.

Sin ver el norte

Luis Enrique ha perdido el rumbo del equipo y los naufragios ya son una constante en un equipo que hace tiempo que ha dejado de confiar en su entrenador. Agotado de todo, Luis Enrique anunció que dejará el barco a final de temporada, pero parece que lo hará por la popa.

El planteamiento mostrado en Turín lo acabó desamarrando de sus jugadores. El 3-4-3 con Mathieu de recurso defensivo, Mascherano de mediocentro, Rakitic de punta del rombo y Messi apartado en la banda no fue la mejor solución para reanimar un equipo que sufre en defensa y que no sabe hacer llegar las pelotas al tridente. Si tu arma es que los tres bestias que tienes arriba mareen al rival, no puede ser que no les hagas participar en el juego y los dejes perdidos en alta mar.

Todo también se añade a la peor versión de los futbolistas y el desánimo generado por la frustración de ver que tácticamente no hay soluciones. La intensidad aplicada sobre el campo de batalla también es un capítulo aparte a revisar. Exhibiendo la mejor puesta en escena contra el Sevilla, en Turín no hubo rumbo marcado. Intensidad inexistente y se bajaron los brazos antes de tiempo. Ver a los jugadores cabizbajos durante el partido y con la mirada perdida acabaron de desmoralizar un equipo que volvía a ir camino a la deriva.

Si media Liga se perdió en Málaga y tres cuartos de Champions en Turín, la Copa del Rey será un gran título si el equipo todavía lo desea. El modelo Luis Enrique es caduco y ya está en sus últimos momentos de vida. El Barça ha caído, necesita una revolución y parece que esta temporada no llegará.