En circunstancias normales, el gran debate en el que estaría inmerso el barcelonismo sería si Ronald Koeman debería o no comerse los turrones como entrenador del FC Barcelona. Hay que recordar que a Ernesto Valverde le dieron puerta por muchísimo menos. Y es que ya sabemos que en esto del fútbol el primer señalado siempre es el entrenador, hasta ahora.

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Koeman, dando indicaciones a sus jugadores en un entrenamiento / FCB

Koeman tiene un margen superior

La realidad, sin embargo, es que nadie se hace esta pregunta, y con parte de razón. Porque es verdad que el Barça no está firmando un inicio de temporada pésimo por culpa del entrenador. En la primera línea está Josep Maria Bartomeu, la junta que el acompañó y todos los responsables de la configuración de la actual plantilla.

Después, como ya hace días que se destila en el entorno, están los jugadores, pues por muy desajustada que esté la plantilla blaugrana, es evidente que tiene un nivel suficiente como para luchar por ganar la Liga y no para estar a 12 puntos del Atlético de Madrid.

Estas evidencias han dejado de lado la responsabilidad de Ronald Koeman, que además de haber cogido una plantilla descompensada, de no haber tenido los fichajes demandados y de entrar en un club en descomposición, goza del aura merecida por el gol de Wembley, lo que le da más rédito de cara al aficionado culé.

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Koeman, conversando con Leo Messi / FCB

El 4-2-3-1, una losa inexplicablemente indiscutible

Todo lo expuesto anteriormente no evita que Ronald Koeman también sea culpable del lamentable inicio de temporada del equipo que dirige. Ayer sábado, sin ir más lejos, el técnico volvió a pecar de falta de autocrítica. Aludió la derrota en Cádiz a la falta de concentración, de agresividad y de actitud. La culpa, para Koeman, fue de los jugadores.

Ronald Koeman, en ningún momento, acepta que su inamovible 4-2-3-1, un dibujo que hace más de una década que no se veía en el Camp Nou, pueda tener parte de culpa. Y es que este dibujo rompe con dos claves del idolatrado 4-3-3, los interiores y los extremos. La manera de atacar y de defender cambia por completo, hasta obligar al técnico a buscar, con Braithwaite y a la desesperada, un 9 puro que airee la movilidad de los tres mediapuntas.

Sin extremos, los laterales deben desguarecer sus bandas, pero sin que ningún interior les haga la cobertura. Y es que el gran problema que está teniendo este Barça, tanto ofensiva como defensivamente, es la desaparición de los apreciados interiores. La salida de balón se atasca y obliga a Messi a retroceder metros para entrar en contacto con el balón.

La falta de interiores, además, hace que para Koeman Aleñá y Riqui Puig no sean válidos, una decisión que, como prácticamente todas las que toma Koeman, es innegociable.

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Riqui Puig, uno de los grandes damnificados de la desaparición del 4-3-3 por decisión de Koeman / Europa Press

Koeman lo ha probado prácticamente todo, poniendo a Pedri por las dos bandas, de 10 y en el doble pivote; juntando y separando a Messi con Griezmann;  situando a De Jong como central para "ganar" un tercer centrocampista en la salida del balón... Lo que ni se ha planteado es recuperar el 4-3-3, el dibujo con el que el Barça se convirtió en el mejor equipo del mundo y el que llevan a la práctica todos los conjuntos del fútbol base.

Es obvio que Ronald Koeman no es el principal culpable de la desagradable situación que vive el Barça. Otra cosa es que no tenga su parte de responsabilidad. Y su terquedad en temas como el dibujo son una prueba.

 

Imagen principal: Ronald Koeman, buscando soluciones en el partido Cádiz-Barça del sábado / Europa Press