Los Juegos Olímpicos de 1992 presenciaron el resurgimiento de Yolanda Gail Devers en la máxima competición después de un año fuera de las pistas. La enfermedad de Graves estuvo a punto de acabar con su carrera; pero el oro en los 100 metros libres en el Estadio Olímpico de Barcelona es una clara prueba de que no lo consiguió.

El camino hacia la gloria de Gail Devers no fue sencillo. Desde Indianápolis (donde reinó en las categorías de 100 metros lisos y relevos 4x100 metros) hasta Montjuic, la atleta estadounidense tuvo que superar la llamada enfermedad de Graves-Basedow, una patología autoinmunitaria que estuvo muy cerca de costarle la amputación de los dos pies. El hecho de no pasar por cirugía sino por un tratamiento de radicación, sin embargo, lo evitó y, además, permitió que volviera a correr.

Una final muy ajustada

En los Juegos de Barcelona volvió con mucha fuerza. Contra todo pronóstico, Devers se impuso a Juliet Cuthbert e Irina Privalova en una final que será recordada por ser una de las más igualadas de la historia. Prueba de eso es que las cinco primeras clasificadas sólo estuvieron separadas por seis centésimas.

  Nombre País Tiempo
  Gail Devers  Estats Units 10.82
  Juliet Cuthbert  Jamaica 10.83
  Irina Privalova  Equip Unificat 10.84
4 Gwen Torrence  Estats Units 10.85
5 Merlene Ottey  Jamaica 10.88
6 Anelia Nuneva  Bulgària 11.10
7 Mary Onyali  Nigèria 11.15
8 Liliana Allen  Cuba 11.19


De hecho, los jueces necesitaron la 'foto finish' para determinar la ganadora. Devers se impuso en una competición donde Cuthbert y Privalova eran firmes candidatas a conseguir el oro. Su compatriota Gwen Torrence, que en Barcelona ganó los 200 metros libres, finalizó en cuarta posición.

A una valla de la historia

El hito de la atleta no se quedó aquí, y es que Devers estuvo a sólo una valla de convertirse en la primera campeona olímpica en unos mismos Juegos en las categorías de 100 libres y 100 vallas. En la segunda, la estadounidense lideró la carrera desde el primer momento, pero se tropezó en la última valla, finalizando en quinta posición.

Sin embargo, el palmarés en unos Juegos Olímpicos de Gail Devers siguió creciendo gracias a Atlanta 1996. Allí, la corredora de Seattle revalidó el oro en los 100 metros lisos y consiguió imponerse en los relevos 4x100. Además, muchos Campeonatos del Mundo posteriores también pudieron disfrutar de su supremacía hasta el 2004.

Aunque tuvo una carrera llena de éxitos, sin embargo, el cielo lo tocó en Barcelona. Y el Estadio de Montjuic fue testimonio de su resurgir vital.