La euforia desmesurada es un mal endémico del mundo del fútbol. Dos meses después de encajar el histórico 8 en 2 contra el Bayern de Munich, el Barça ha debutado en esta edición de la Champions League con una victoria relativamente cómoda. Era de esperar, y es que el Ferencváros es uno de los peores equipos de la máxima competición europea. O quizás es el peor. El más malo. Por qué no decirlo.

El caso es que, como el juego del conjunto de Ronald Koeman no ha cautivado, los culés, necesitados de un buen motivo para ser optimistas, se han aferrado a las botas de Francisco Trincao, un futbolista que ha sorprendido positivamente en los primeros compases del curso. Sobre todo si se tiene en cuenta que, cuando llegó, fue fiscalizado por una cuestión tan estúpida como su apellido.

El barcelonismo confía en el extremo portugués y él responde desde la banda derecha, donde este martes se ha dedicado a desbordar constantemente a su marcador. Enganchado a la línea de cal sin complejos, el exdelantero del Braga ha permitido que Leo Messi dispusiera de más espacio en el centro, hecho que siempre es una buena noticia.

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El portugués ha sido trendig topic y ha generado una opinión prácticamente unánime: tiene que ser titular por delante de Antoine Griezmann, la otra pieza que normalmente ocupa el frente derecho del ataque. Probablemente tienen razón, pero alerta.

El marcador de Trincao en este partido ha sido Eldar Civic, un lateral bosnio de veinticuatro años que el curso pasado fichó por el Ferencváros. Anteriormente había militado en el Sparta de Praga, el Spartak Trnava y el Slovacko. No es una carrera que merezca ser convertida en documental de Netflix, precisamente.

No seré yo quien diga que Trincao no debe ser titular al Clásico. Al contrario. Koeman seguro que ha tomado nota y el sitio de Griezmann corre peligro con pleno merecimiento. Pero todavía es muy pronto para ilusionarse. Como decía el Señor Lobo en Pulp Fiction, la mítica película de Quentin Tarantino, "no empecemos en chuparnos las p***** todavía".