Un gol de Piatti en la segunda parte ha dado la victoria a un Espanyol que no quiere descolgarse de la lucha por Europa. Los de Quique Sánchez Flores han culminado un partido trabajado para reivindicarse y encarar la parte final de temporada con buenas sensaciones.

Al ritmo de Llorente

Marcos Llorente, mediocampista del Real Madrid cedido al Alavés, mueve los partidos a su voluntad y ha salido al césped del RCDE Stadium con ganas de ser la brújula y metrónomo de su equipo. Y lo ha hecho. Y es que el Espanyol, todavía condicionado por el mal partido del equipo en San Mamés, ha visto como el líder de los vascos se crecía a medida que transcurrían los instantes iniciales de partido.

Ante el monólogo, los de Quique Sánchez Fores han tenido que ponerse el vestido de trabajo para decir la suya y luchar por tres puntos trascendentales en el rugoso camino hacia Europa. El conjunto local no quería perder el último tren y se ha pegado a él con todas sus fuerzas; y desde el esquema, con un factor táctico clave: el técnico españolista ha alienado a Jurado y Piatti con órdenes de abrir el campo y evitar las siempre peligrosas internadas de Kiko Femenía y Theo Hernández.

Recuperando la personalidad

Los locales necesitaban reencontrarse con buenas sensaciones después de ni puntuar ni competir en la última jornada y durante la primera mitad el equipo lo ha hecho. No con un juego excelente, pero sí con una intensidad y actitud colectiva digna de lo que se espera de los hombres blanquiazules. Y de hecho sólo el poco acierto en los metros finales ha evitado que éstos se marcharan con una ligera ventaja en el marcador.

Los más de 17.000 espectadores desplazados a Cornellà han podido ver uno de los mejores partidos de Jurado desde que llegó, otra demostración de implicación de Gerard Moreno y, como es habitual esta temporada, la solidez defensiva de los de Quique. También la ligera desconexión de Caicedo, aunque ha ido de menos a más, y el paso atrás del Alavés ante la ofensiva local.

Después del descanso el Espanyol ha conseguido materializar su ligero dominio en llegadas a la portería de Pacheco. Las combinaciones pericas han sido más fluidas, Gerard Moreno ha quitado la batuta a Llorente y el resto de jugadores y aficionados lo han acompañado en su interpretación. De la anestesia al entusiasmo.

Madurar y golpear

Y Piatti se ha sumado al concierto con un solo oportunista cuando más lo necesitaba su equipo. El argentino ha marcado su décimo gol de la temporada aprovechando una pelota muerta dentro del área y de esta manera daba la bienvenida, prácticamente cuatro meses después, a Leo Baptistao. El Espanyol golpeaba primero y cedía la pelota al Alavés mientras fiaba sus opciones al contragolpe.

La puesta en escena blanquiazul se ha ido pareciendo a la que normalmente se puede ver cuándo juegan en su campo: madurar el partido en la primera parte, ceder pocas ocasiones al equipo contrario e ir creciendo en voluntad ofensiva para acabar golpeando. Y después, otra vez a la fase de maduración.

A pesar del éxtasis, la diferencia en el marcador sólo era de un gol y el conjunto vasco ha reaccionado. No con grandes ocasiones, pero sí con posesión de pelota en campo rival. Baptistao ha destacado mucho y ha demostrado que se lo ha echado mucho de menos, pero ha sido impreciso a la hora de definir y el Espanyol ha iniciado los últimos minutos rifando la pelota en exceso.

Jugar con fuego sin quemarse

No siempre que perdonas lo acabas pagando. El Espanyol no ha conseguido ampliar la ventaja pero tampoco ha sufrido en exceso para mantenerlo, pues las entradas de Diop y Hernán Pérez han permitido que los pericos alternaran los ataques rápidos con los posicionales y ha añadido la tranquilidad que necesitaba el equipo de cara a los minutos finales de encuentro.

Los tres puntos permiten seguir soñando con la séptima posición y, por lo tanto, el billete hacia Europa. La final de hoy no se ha saldado con un gran juego, pero sí con mucha actitud; nadie dijo que sería fácil, pero no será por no intentarlo.