En el FC Barcelona saben que Lamine Yamal es ya la gran estrella del equipo. A sus 18 años, el atacante se ha convertido en el referente ofensivo y el jugador más desequilibrante de la plantilla. Sin embargo, también está comprobando lo que significa estar en el foco mediático y deportivo. En las primeras jornadas de Liga ha quedado claro que rivales, aficiones y prensa lo tienen en el punto de mira.
Rivales que no dan tregua
Cada vez que Lamine recibe el balón, los defensas rivales no dudan en cargar contra él. Las faltas se han multiplicado y las entradas duras se han convertido en una constante. En el club reconocen que es algo que esperaban, porque cuando un jugador destaca tanto a una edad tan temprana, suele convertirse en objetivo de los adversarios. Lamine ha demostrado personalidad y carácter, pero necesitará mantener la calma y saber gestionar estas situaciones para seguir creciendo.

El partido en Vallecas fue un claro ejemplo: el joven sufrió un marcaje muy intenso, con defensores que parecían más pendientes de frenarlo a cualquier precio que de jugar al fútbol. Flick, consciente de esta situación, ha pedido a los árbitros mayor protección para el jugador, aunque sabe que este tipo de trato será habitual.
El foco mediático
No solo los rivales apuntan hacia él. La prensa y las aficiones contrarias han convertido a Lamine en protagonista de debates y críticas, muchas veces injustas, fruto de la envidia o del intento de desestabilizarlo. Desde el Barça han hablado con él para explicarle que debe aislarse de ese ruido y centrarse únicamente en su fútbol.
El vestuario también lo arropa. Jugadores como Lewandowski o Ter Stegen le han aconsejado que no se deje llevar por la presión externa y que siga trabajando con humildad. Todos coinciden en que su talento está fuera de duda, pero que tendrá que aprender a convivir con la exigencia y la atención que conlleva ser la cara visible del proyecto.
Un aviso desde dentro
En el club no quieren que la presión pase factura a Lamine. Por eso, se le ha lanzado un aviso claro: tendrá que ir con cuidado, tanto dentro como fuera del campo. La exigencia será máxima, y cualquier gesto o bajón de rendimiento puede ser amplificado por quienes esperan verlo fallar.

Flick, que confía plenamente en él, prepara un plan para dosificarlo y evitar que la acumulación de minutos o la presión mediática lo desgasten. El objetivo es que llegue fresco a los momentos clave de la temporada y que pueda seguir marcando diferencias.
Una estrella precoz
A pesar de todo, en el Barça están convencidos de que Lamine tiene la mentalidad adecuada para superar esta etapa. Su desparpajo y su capacidad para decidir partidos lo convierten en un jugador único. El aviso está dado: deberá estar atento y madurar rápido, porque ya juega en la liga de los grandes.