Antoine Griezmann tiene un problema con nombre y apellido: Ousmane Dembélé. El exdelantero del Atlético de Madrid ha demostrado públicamente que le une una amistad especial con su compatriota francés, pero este hecho no impide que El Mosquito también sea su peor rival.

El 17 blaugrana, por ahora, no ha conseguido adaptarse a la punta izquierda del ataque, probablemente porque es la posición que limita más sus virtudes: juego interior, capacidad asociativa y llegada al área.

Dembélé, en cambio, ostenta una característica clave para jugar enganchado a la línea de banda: el desequilibrio puro. El ex del Dortmund, sin maravillar, permite que el Barça tenga más amplitud en ataque, hecho que origina más espacios para Leo Messi. Si el mejor del mundo está sobre el césped, la apuesta siempre es ganadora.

Este domingo, Griezmann no ha disputado ni un solo minuto, algo lógico si se tiene en cuenta que hasta ahora había sido titular en todos los partidos de la temporada. La mala noticia para él, sin embargo, es que nadie lo ha echado de menos. Dembélé, en cambio, ofreciendo una actuación con alto y bajos como de costumbre, ha deslumbrado el público del Camp Nou.