Ya es oficial. El Barça-Nápoles correspondiente al partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League que tendrá lugar el 18 de marzo en el Camp Nou se jugará a puerta cerrada por culpa de la crisis del coronavirus. El siguiente compromiso en casa de los de Quique Setién, contra el Leganés el 22 de marzo, tampoco se podrá presenciar desde las graderías.

Aunque jugar a puerta cerrada es una medida extraordinaria, lo cierto es que esta será la segunda vez en menos de tres años que el Estadi acoge un partido sin público en las graderías. El precedente es recordado por todo el mundo.

El partido "de la vergüenza"

La última vez que el Barça jugó a puerta cerrada fue el 1 de octubre del 2017. El partido correspondía a la séptima jornada del curso 2017-18 y el rival era La Unión Deportiva Las Palmas. El contexto, no hay que decirlo, era el referéndum de autodeterminación que se celebró en Catalunya y que, a la hora del partido, las 16:15, ya había sido castigado con cargas de la policía española en todo Catalunya, también en Barcelona.

Sergio Busquets Barça Las Palmas lleva|trae encierro Camp Nou EuropaPress

Europa Press

Aunque algunos jugadores de la plantilla como Gerard Piqué o Sergi Roberto no querían disputar el partido, la amenaza de una sanción de 6 puntos provocó que el presidente, Josep Maria Bartomeu, acabara cediendo a las presiones y el duelo se celebró. Los pesos pesados del equipo de Ernesto Valverde, ajenos a la actualidad política del país, habían ganado la partida. El Barça, por cierto, acabó ganando la Liga con 14 puntos de margen sobre el segundo, el Atlético.

El club blaugrana defendió que jugar a puerta cerrada era la mejor manera de hacer visible su malestar con la represión policial, pero lo cierto es que muy pronto el encuentro fue denominado como "el partido de la vergüenza", y es que para muchos aficionados y periodistas, aquel día el Barça dio la espalda a Catalunya. Carles Vilarrubí, vicepresidente responsable del Área de Relaciones Internacionales e Institucionales de la entidad, dimitió poco después para denunciar la decisión de que se había tomado.

No es el único precedente

El del 1-O, sin embargo, no es el único precedente de un partido a puerto cerrada en clave blaugrana. En noviembre del año 1924, cuando el Barça todavía jugaba al Camp de Les Corts, un derbi contra el Espanyol tuvo que ser suspendido por el lanzamiento de monedas por parte del público culé al árbitro del partido, Pelayo Serrano. Después de muchas semanas de negociación, el duelo se reanudó el 15 de enero de 1925. Lo hizo, sin embargo, sin público en las graderías.